Un hallazgo asturiano para predecir la evolución del cáncer y su tratamiento
Investigadores del Imoma prueban la utilidad de la biopsia líquida para afinar el diagnóstico de pacientes en radioterapia
¿Es posible predecir la evolución de un cáncer? Esa era la ambiciosa pregunta que en agosto de 2017 se hacían por primera vez tres investigadores del Instituto de Medicina Oncológica y Molecular de Asturias (Imoma), Juan Cadiñanos, Guadalupe Álvarez y Rubén Cabanillas. Aquella curiosidad primera los llevó a formar un equipo de unas 15 personas y desarrollar una investigación pionera cuyos resultados han sido publicados en la prestigiosa revista 'British Journal of Cancer'.
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El estudio del Imoma concluye que puede predecirse el comportamiento de las células tumorales y que, además, este conocimiento puede emplearse para afinar el tratamiento de los pacientes oncológicos.
Para llegar a esta conclusión los investigadores recurrieron a la biopsia líquida, una técnica de análisis sanguíneo que hasta ahora no se había aplicado en este campo. «A partir de una muestra de sangre, los investigadores tratan de secuenciar fragmentos de ADN procedentes de células de tejidos que se deshacen y, antes de ser eliminadas por la orina, pueden proporcionar información vinculante», explica Guadalupe Álvarez, biotecnóloga y primera autora del estudio.
«Hace diez años era impensable predecir la evolución de un tumor, se está dando el salto a la medicina personalizada»
El equipo del Imoma, financiado por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, practicó la biopsia líquida sobre cincuenta pacientes tratados en el servicio de radioterapia del mismo centro. De estos cincuenta, más de la mitad tenían cáncer de pulmón. En total, se procesaron más de 800 biopsias líquidas antes, durante y después del tratamiento de radioterapia, lo cual permitió a los investigadores monitorizar en tiempo real el comportamiento del tumor durante y después del tratamiento.
Al estudiar la presencia de determinadas mutaciones tumorales en muestras sucesivas los investigadores corroboraron que los pacientes que presentaban este tipo de alteraciones en sangre durante la primera toma de muestras fueron los que, tiempo después, recibieron un peor pronóstico de la enfermedad. Es decir, que la presencia de determinados biomarcadores en pacientes con un diagnóstico incipiente está estrechamente vinculada con la posibilidad de desarrollar metástasis.
Monitorizar el tumor
Este primer descubrimiento, explica el bioquímico y coordinador del trabajo, Juan Cadiñanos, tiene una gran importancia tanto a nivel diagnóstico, como clínico pues, a futuro, podría servir para afinar los tratamientos existentes. «Si somos capaces de predecir cómo va a comportarse el tumor, lo siguiente será ajustar el número de sesiones de radioterapia o el uso de determinados fármacos», apunta Cadiñanos.
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Por lo general, el número de sesiones de radioterapia que recibe un paciente oscila entre las tres y las cuarenta, en función de cada casuística particular. No obstante, y dada la cantidad de efectos secundarios de este procedimiento, la normalización de técnicas como la biopsia líquida podría afinar el diagnóstico y el tratamiento de los pacientes oncológicos. De este modo, aquellos cuyo pronóstico fuese a ser más favorable desde un principio podrían someterse a un número inferior de sesiones de radioterapia, mientras que aquellos otros con facilidad para desarrollar metástasis podrían acceder a fármacos complementarios, antes incluso de que un TAC determinase el empeoramiento de la enfermedad.
El doctor y también coordinador del trabajo, Rubén Cabanillas, plantea que el siguiente sería replicar el análisis con una muestra aún mayor. «Hace diez años era impensable predecir el comportamiento de un tumor, hoy en día se está dando el salto a la medicina personalizada», constata Cabanillas.
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