«El miedo al zika durará dos telediarios»

Tiene 57 años y un expediente vital y profesional tan lleno de hitos que es imposible de reproducir. Vive entre el continente que luce en sus pendientes como una soñada África dorada, la sede suiza de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de la que es consultora, y Barcelona, la ciudad donde dirige la iniciativa en Salud Materna, Infantil y Reproductiva, da clase de Medicina Tropical y sigue investigando en diversos frentes. Pero, además, Clara Menéndez Santos es Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional y lo es como parte esencial del Centro de Investigación en Salud de Manhiça (Mozambique), premiado en 2008 por su batalla contra la malaria. Médica, cirujana, experta en epidemiología y luchadora por el equilibrio de géneros, tiene sangre asturiana. Nacida en Madrid (1959) es hija de gijonés y en Gijón vivió muchos años. Ayer se estrenaba como miembro del jurado del Premio Princesa de Investigación Científica y Técnica, al que también ha pertenecido su marido, el investigador Pedro Alonso, director del Programa Mundial de Malaria.

Por fin hay vacuna contra la malaria.

Sí, la vacuna ya es una realidad. Anunciamos que la tendríamos y la tenemos, aunque existe con limitaciones lógicas, que estamos evaluando

Decían que la dosis costaría 6 euros, pero aún no tiene precio.

Hasta que no se complemente no se establecerá del todo. Depende de muchas variables y, por supuesto, de los laboratorios. Pero lo importante es que ya existe.

Ahora el mosquito más temido es el del virus del zika ¿Se está interviniendo con más celeridad porque afecta al primer mundo?

Hombre, lo que creo es que el eco social y mediático es muy importante. Pero también hay que diferenciar el tipo de enfermedad. La del zika aparece en brotes epidémicos y eso siempre tiene una repercusión en la salud pública por lo que se provocan emergencias reales. La malaria, que también puede ser epidémica, tiene otras formas diferentes. Es una enfermedad endémica y de duración larga y no ha provocado nunca esa sensación de emergencia, como el zika o el ébola. Pero una vez que el eco social merme, el miedo al zika puede durar dos telediarios.

No está de acuerdo con la petición de 200 científicos para evitar las Olimpiadas en Brasil.

Me enteré ayer en Ginebra. Es una locura, pero ese manifiesto para paralizar los Juegos y que los deportistas no viajen a Brasil no lo firman solo científicos y entre los que sí lo son no están los más reputados.

¿Cree, entonces, que no hay por qué preocuparse?

Creo que, basándonos en la evidencia y en la evolución de los riesgos, no hay peligro. No podemos olvidar que estamos hablando de una enfermedad de la que nos podemos proteger con un repelente de mosquitos. Está claro que si estoy embarazada o con intención de estarlo no debo viajar a países donde existe ese peligro, pero no creo que los deportistas estén en ese supuesto. La OMS no recomienda ni que se suspendan ni que no vayan y lo hace basándose en muchas evidencias.

¿Cree que debemos seguir haciendo caso a la OMS? Su predicción con la gripe A costó finalmente miles de millones en vacunas.

Yo haría caso a la OMS. Es siempre lo más sensato. No es fácil aceptar cuando se predicen epidemias. Las probabilidades de error son enormes y eso que las consultas son a los mayores expertos. Se trabaja con modelos matemáticos probadísimos, pero las situaciones que se esperan a veces no son las que ocurren. Ahora con el zika se está reaccionando rápido y bien. Con el ébola no fue así, pero de aquellos errores se aprendió muchísimo.

¿Se mantiene aún la brecha del 90/10, que el 90% de los recursos se destinan al 10% de la población?

Hace tiempo que no se revisa, pero habrá cambiado poco. Ahora el 10% puede ser el 15%. La desproporción en la dedicación de recursos sigue siendo tremenda y no solo en salud. Es en todo lo que afecta a la humanidad.

¿No hemos mejorado nada?

Bueno, puede que en Asia y en la India, que pronto nos van a pasar, porque están desarrollando sus propios recursos.

Uno de sus muchos frentes abiertos es por las muertes en el parto.

Es uno de los objetivos del milenio, pero sigue estando pendiente. Es cierto que hace nada morían medio millón de mujeres. Ahora son 300.000, pero queremos que sean cero. Hay un reto para el año 2030 que busca que no se superen las 70 muertes por cada 100.000 partos.

En su lucha por el equilibrio de géneros este es un tema estrella.

-Es que es uno de los mayores ejemplos de inequidad que existe. Las mujeres, por el hecho de ser madres, se ponen en una situación de peligro para su vida. Y eso en la mejor de las situaciones. En las peores mueren por miles. Por una hemorragia o por una infección totalmente evitables. Está claro que si hubiera un equilibrio en los niveles de liderazgo esto no pasaría. El equilibrio de genero es esencial para todo. Si se hubiera dado en la ciencia, la epidural, por poner un ejemplo fácil, hubiera llegado años antes.