«Es un día alegre y triste a la vez que llevábamos años esperando»
Más de un centenar de familiares de los seminaristas siguieron emocionados la ceremonia en la Catedral de Oviedo
A. VILLACORTA
OVIEDO.
Domingo, 10 de marzo 2019, 02:16
A sus 90 y 94 años, las gijonesas Covadonga y Eloína, hermanas de Sixto Alonso Hevia, no podían ayer detener las lágrimas sentadas en uno de los primeros bancos de la Catedral de Oviedo, reservados para los 130 familiares de los nueve seminaristas que eran «por fin» beatificados, donde estuvieron arropados por numerosos vecinos de sus parroquias llegados en autobuses.
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«Es un día alegre y triste a la vez que llevábamos muchos años esperando», contaba Eloína junto a su hermana Covadonga, que recuerdan a Sixto como «una persona buena a la que quería todo el mundo. Lo mejor de lo mejor. Como hermano, como hijo, como todo... Me acuerdo de que, cuando venía el rector del Seminario a ver a nuestros padres, les decía que era un ángel».
Así que tampoco podían evitar pensar en los que «ya no están para ver todo esto». Sobre todo, en su madre, «que, cuando murió Sixto, ya nunca volvió a cantar». Una mujer que, después de que su hijo fuese asesinado a puñaladas con 21 años, «pasó de luto toda la vida».
También en su madre pensaba la noreñense Nieves Cuervo Olay, sobrina de Manuel Olay, que estuvo preso en la Iglesiona y cuyos restos nunca se hallaron. «En casa, casi nunca se hablaba de eso. Y, si se hablaba, era con mucha tristeza». Un «dolor» compartido por los mierenses Rogelio y Pilar García, que viajó a Oviedo desde Italia, donde reside, para rendir homenaje a Juan José Castañón, el menor de los beatos, al que, por su aspecto aniñado, llamaban cariñosamente 'Castañín' y que tenía 18 años cuando lo fusilaron.
«Es un día de mucha emoción y muy especial que tiene que servir también para la reconciliación», defendía Pilar, funcionaria en el Liceo Español de Roma y ataviada con mantilla negra junto al resto de familiares de Ángel, de Mariano, de Jesús, de Gonzalo, de José María, de Luis, que citaban la frase de Sixto Alonso Hevia que corona la lápida donde se encuentran los restos de los mártires, en la capilla mayor del Seminario. La misma que les repetía a sus padres cada vez que se despedía de ellos para volver a estudiar a Oviedo: «Si a mí me pasa algo, ustedes tienen que perdonar».
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