«Ni lo de Cataluña ni nada es para tanto: nos vamos a morir todos»
Juan Carlos Ortega. Humorista ·
El cómico catalán llega este viernes al Teatro Jovellanos con un show que promete ser más inclasificable que nuncaAZAHARA VILLACORTA
GIJÓN.
Miércoles, 11 de enero 2023, 01:00
A pesar de que iba para relojero, Juan Carlos Ortega (Barcelona, 1968) es de los que lo dejan todo para última hora y, además, se ... fustiga por ello: «Es horroroso. Soy lo peor». Así que lo pillamos ultimando el espectáculo que este viernes (20.30 horas) estrenará en el Jovellanos: 'Las noches de Ortega show'. Esas que este humorista tan afable como inclasificable -que fue mal estudiante y hoy es para muchos un artista de culto- llena con situaciones «humanas y atemporales» en las que encarna a gentes como usted y como yo para enfrentarnos al absurdo. «Personas normales y, a la vez, rarísimas, porque todos somos más raros que Dios».
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-Confiese su mayor excentricidad.
-La única manía que tengo es que, cuando trabajo en casa, no puedo estar en zapatillas ni en pijama. Tengo que estar vestidísimo, como si estuviese en una oficina. Si estoy en zapatillas, no se me ocurren ideas.
POLÍTICA«Conozco a humoristas de derechas que no lo dicen. Referentes de la hostia que están en el armario»
-Dice, además, que en su vida civil no se considera especialmente gracioso.
-No. A veces hay gente que se cree que voy por ahí haciendo voces y cosas y no: yo soy normal. Tengo tres amigos y, además, estar en casa solito me gusta mucho.
-Tan normal que estamos a mitad de semana y todavía no sabe qué verá su público exactamente el viernes...
-Lo que me pasa es que, cuando falta mucho para hacer algo, no le veo sentido a hacerlo. Solo le veo sentido cuando tiene que estrenarse ya. Si falta mucho, no me hace ilusión. Y, encima, no sabemos qué pasará mañana. Igual hay una guerra o una pandemia y nosotros, trabajando. Y eso que a mí me pagan por hacer exactamente lo que haría si no me pagasen.
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-¿Hay algo al menos que ya tenga claro a estas alturas?
-Será el mismo formato de siempre, con llamadas telefónicas de los oyentes, pero también habrá proyecciones y cosas nuevas. Por ejemplo, algo que siempre he querido hacer: ventriloquía.
-¿Al más puro estilo Maricarmen y «toma, Moreno»?
-Eso es. Ya tengo una muñeca muy cutre que me he comprado por Amazon. Es una muñeca que está deprimidísima porque se sabe barata y de Amazon, así que se está medicando con antidepresivos. Da mucha pena.
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-Medicada también como una parte importante de la población. ¿Qué nos está pasando, que o nos deprimimos o nos come la ansiedad o saltamos a la mínima?
-No tengo ni la más remota idea, pero el otro día pensé una cosa sobre la polarización. Yo estoy a favor de la polarización. Quiero decir: en sí misma no es mala. Lo que es preocupante es la mala educación. Que haya dos bandos, o tres, o los que sea, que piensen de forma distinta es guay. Sería mucho peor que todo el mundo pensase exactamente igual. No me preocupa que haya bandos opuestos. Lo que me preocupa es la mala hostia entre uno y otro.
-¿En Cataluña lo sufren todavía más?
-Yo tengo amigos que piensan muy distinto a mí, súper independentistas. Es decir: somos todo lo contrario, pero nos reímos. No nos insultamos ni nada. Hay buen rollo. Si es que, en el fondo, ni lo de Cataluña ni nada es para tanto. ¡Si nos vamos a morir todos!
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-La muerte es su gran obsesión. ¿Cómo anda de lo suyo?
-Pues sí. Es mi único tema. ¿Y el de quién no? Aunque es verdad que hay gente que tiene la inmensa suerte de no pensar sobre ello. Pero para los que nos ha tocado pensar es una putada. ¿Qué le vamos a hacer?
-Ahora que se ha muerto Benedicto XVI...
-¿Sabes qué? A mí me hubiese gustado que se hubiese muerto el otro. Tener que buscar otro Papa... No, miento: lo que me hubiese gustado de verdad es que hubiese renunciado Francisco y se fuesen acumulando eméritos. Que pusiesen a otro y que, a la semana, también renunciase. Y que, en un año, hubiera ochenta Papas eméritos. Una gran acumulación de eméritos. Ocho, nueve, diez...
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-Del amor, en cambio, ha dicho que pasa. Que con el que siente por su hijo le basta y le sobra.
-Sí, me da un poco igual. Pereza. Aunque a veces me enamoro en sueños. Sueño con una chica que no existe, me despierto súper enamorado y me dura como media hora.
-¿Y de la política? Le acusan de meterse mucho con la izquierda.
-Lo hago simplemente porque noto una carencia entre mis compañeros cómicos. Porque el 100% de mis amigos cómicos son de izquierdas y hacen humor de izquierdas. Entonces pensé: «Alguien tiene que hacer algo distinto». Y luego hay otra cosa muy buena: conozco a humoristas de derechas que no lo dicen. Referentes de la hostia que me han prohibido decirlo. Están en el armario. Pero yo no lo soy. Me da igual esa gente que opina que, si no dices que eres de izquierdas, es que eres de derecha. ¿Pero por qué? No entiendo el razonamiento y, cuando les pregunto cuál es su lógica, no saben qué decirme.
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