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Alberto Valcárcel está nominado por 'El amor en su lugar'. E. C.

«No destacar también es un arte»

El figurinista avilesino Alberto Valcárcel está nominado al Goya de diseño de vestuario

Domingo, 6 de febrero 2022, 22:04

Una de las cosas que mejor se le dan al figurinista Alberto Valcárcel (Avilés, 1970) es calcar el 'look' del currito de a pie.«El ... currante me sale muy de verdad, porque yo llevé un mono azul mucho tiempo». De hecho, antes de ser uno de los diseñadores de vestuario más solicitados por los cineastas de este país, este avilesino que aprendió a coser «casi en secreto», cuando su madre salía de casa a la compra, porque «de aquella los chicos no cosían», trabajó «en la construcción, en Asturiana de Zinc, en Veriña...» para ganarse las lentejas. Hoy, asentado en Madrid desde hace tres décadas y sin perder la humildad ni la pasión por esta tierra, está nominado a un Goya por su trabajo en 'El amor en su lugar', de Rodrigo Cortés, en la que recrean el horror del gueto de Varsovia.

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–Es su tercera nominación tras 'Tarde para la ira' y 'Paradise Hills'. ¿Va a la vencida?

–El premio de verdad es haber hecho una peli como esta. Me parece tan alucinante que por hacer lo que más me gusta en el mundo no solo me paguen, sino que además me nominen a premios, que ya no pido más (Ríe).

–¿Qué ha sido lo más complicado de todo el proceso?

–Meterse en esa época es muy doloroso. Y tenía mucha preocupación porque una cosa es lo que estamos acostumbrados a ver en las películas y otra es la realidad. Entonces, hablé con el Museo de Auschwitz y me enseñaron algo que normalmente no se enseña por seguridad:la ropa de verdad, que es la impresión más grande que imagines. Hubo un momento, cuando tenía el vestido de una niña entre las manos, en el que no podía sentir más tristeza. La conservadora me explicó que a los niños, cuando llegaban, les metían directamente en la cámara de gas. Me dejaron hacer fotos con muchísimo detalle de cómo se había quemado ropa, de los desgastados, los remiendos... Y, además, tiré de mi experiencia. Hay muchos elementos de mi propia vida e incluso un guiño a Asturias que no puedo desvelar. Está escondido y hay que buscarlo.

–¿Lo hace mucho?

–Sí, porque hay mucha gente que piensa que creamos moda, pero yo cuento historias. Ytrabajo tanto con ideas como con recuerdos que tengo. Por eso en muchas películas aparecen constantemente las mismas referencias. Veo a una actriz y pienso: «¡Pero si es mi tía la del pueblo! Es mi vida». Para mí, el lenguaje de la ropa es el que aprendes cuando eres pequeño. Y yo, siendo de Avilés, lo aprendí allí.

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–Su propia vida es una peli:de coser los disfraces de sus amigos a vestir a la Merche de 'Cuéntame' o Emma Roberts.

–El Antroxu era mi momento. El más feliz de todo el año. Salíamos todos los días y te tirabas un mes preparándolo todo. Como si estuviéramos diseñando el vestuario de una ópera. Ahora, les pongo a todos los personajes el mismo amor porque nunca sabes cuál va a ser tu ultima película. Me gusta tanto esto que, mientras trabajaba en la fábrica, cogía vacaciones para estar de meritorio y hacer vestuario en cortos y compañías de teatro.

–Algo malo tendrá este oficio suyo... ¿Ono?

–Lo más difícil es cuando te toca gente que tiene un ego grande. Pero pasa en todas las profesiones. Y lidiar con la angustia de que debe salir todo perfecto y no tienes tiempo ni para cogerte un catarro (Ríe).

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–Confiese:¿se ha llevado alguna pieza de vestuario a casa?

–Lo que te pasa es que, a lo mejor, estás haciendo una cosa de los años setenta y, de pronto, te sorprendes poniéndote un 'look' setentero. Me encanta probarme las gafas, los sombreros... Porque el vestuario es una cosa seria, pero también es algo que puedes disfrutar mucho.

–¿Y Asturias cómo viste?

–A mí me parece que todo el mundo viste bien contando lo que quiere contar. O, a veces, las personas se visten para contar algo que no son. Porque, cuando la gente miente con su ropa, también lo notas. Una cosa que me gusta mucho es ir en el autobús y pensar: «Por lo que lleva puesto, esa señora va al hospital a ver a su hermana. Y no está casada porque no lleva anillo». Te montas una película en la cabeza y es algo que hacemos todos sin darnos cuenta.

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–Sé que no se acostumbra a que, en Madrid, la gente baje la basura en zapatillas...

–(Ríe)Eso nos pasa mucho a los asturianos porque tenemos una imagen muy cuidada. Aquí la gente va muy bien. No se presenta a los sitios de cualquier manera. Pasa en todo el Norte, donde hay una elegancia muy discreta. Quizá resulte un poco opresivo, pero no destacar también es un arte. En zapatillas, ni para bajar la basura.

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