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Cruzar el umbral

Con 'La resistencia íntima' (Acantilado 2015) inició el profesor Josep María Esquirol (1963) la exposición de una propuesta de antropología filosófica muy personal a la ... que se refiere como 'Filosofía de la proximidad'. Esquirol se pregunta cuál es la forma justa de resistir a la actualidad, y si hay una resistencia revolucionaria y otra reaccionaria, y si somos tan poca cosa que estamos en el umbral de convertirnos definitivamente en nada. Existir es resistir, afirma, y la resistencia no es pasividad, sino discernimiento desde el amparo, oposición a la disgregación del ser. Las propuestas de Esquirol continúan en 'La penúltima bondad' (Acantilado 2018) y pasan por analizar conceptos como la simplicidad, la claridad, el repliegue del sentir, el lenguaje de la pasión y el deseo del otro, el aburrimiento o la bondad (verdadero sostén del mundo) Esquirol denuncia la patologización de la vida y propone una nueva mirada, compasiva y solidaria. Basta con resistir ante la degeneración y en procurar el desplazamiento de apenas medio palmo, porque «poco es casi todo» y la revolución depende de ese medio palmo. En 'Humano, más humano' (Acantilado 2021) continúa con el desarrollo de una Filosofía que se hace posible y se hace útil en el tránsito, en el tiempo en el que la oscuridad se esfuma y la claridad ya se vislumbra. Ahí se produce el aprendizaje de los caminos, la consciencia de los inicios y se atisba el «prólogo de la muerte» y uno se siente entonces venido al mundo desde ninguna parte, pero viviendo con gusto el hoy en espera del mañana. En este último ensayo, 'La escuela del alma', Esquirol insiste en la no indiferencia como cultivo de la bondad y de la vida espiritual y comunitaria. Se centra su análisis en la escuela como lugar en el que se cultiva el alma mediante la atención a las cosas del mundo, el espacio para la «resistencia fecunda frente a lo que domina», el «tiempo» en el que se cultiven el umbral y la diferencia y la alteridad y «la otra manera de vivir». Aboga porque los niños sean niños y no se proyecten en su ámbito las dinámicas y las obsesiones de la sociedad adulta. Expone el filósofo su idea de la enseñanza y del maestro como acompañante del alumno en el descubrimiento del mundo y de las cosas del mundo, un maestro que debe sentir pasión por el mundo y amor a los otros. En su original filosofía de la educación desarrolla Esquirol conceptos como el encuentro, la confianza, el silencio, la autoridad como fuerza que crea o que hace crecer, la soledad existencial, la atención como vigilia, el asombro, las buenas formas, el cultivo de la proximidad (antónimo de la indiferencia) o la lectura como una de las prácticas de resistencia. Bien pudiera ser Josep Maria Esquirol presidente de honor de la orden filosófica del amor, que es como la escuela del alma y que tiene como lugares principales las manchas de paz, una orden que posee miembros incontables y una organización anárquica con una única regla referencial: no hacer el mal. Leyendo a Esquirol se hace más llevadero el tránsito.

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