«Dentro de la tragedia contemporánea hay muchas cosas de las que reírse»
Andrés lima Dramaturgo y director ·
El Jovellanos recibe este fin de semana 'Shock I' y 'Shock II', crónicas de lo que ha ocurrido desde la II Guerra Mundial al hoy inspiradas en 'La doctrina del shock' de Naomi Kleinm. f. antuña
Martes, 4 de enero 2022, 20:55
A Andrés Lima (Madrid, 1961) le gusta contar el hoy, le tienta subir a las tablas la historia más reciente que nos ocupa y preocupa. ... Este fin de semana llega al Jovellanos con dos montajes que son independientes pero complementarios y que ahondan en los porqués y las formas del capitalismo más atroz. 'Shock 1 (El Cóndor y el Puma') (sábado, 20.30 horas) y 'Shock 2 (La tormenta y la guerra)' (domingo, 20.30 horas), inspirados en el libro 'La doctrina del shock', de la periodista canadiense Naomi Klein, tienen su firma como dramaturgo junto a las de Juan Mayorga, Juan Cavestany y Albert Boronat. Él dirige a un elenco que incluye a Natalia Hernández, Alba Flores y Willy Toledo, entre otros.
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-Dos montajes que van desde la II Guerra Mundial hasta hoy. ¡Qué difícil!
-Es un proyecto ambicioso. La idea surge de echar una mirada al mundo que nos rodea y hablar sobre la sociedad capitalista en la cual vivimos. Cayó en mis manos el libro de Naomi Klein y al leerlo te das cuenta de la mirada súper lúcida que tiene y la descripción de cómo el capitalismo más radical, el neoliberalismo, se va imponendo en Occidente a través del uso de la violencia, sea a través de la violencia natural, aprovechando una catástrofe, o sea provocándola a través de golpes de estado y guerras en las que están implicados los países más potentes del mundo.
-¿De dónde parte todo esto?
-Estas doctrinas nacen en Chicago con las teorías de la política monetarista de Milton Friedman, que coinciden con experimentos con electroshoks para interrogatorios en la guerra de Corea de los estadounidense, para la tortura. Surgen las ideas de inplementar la violencia a la vez que un país sufre una catástrofe. La población está desorientada y es cuando llegan el shock militar y el económico y se interviene un país. Esto empieza en los años 50 teorizándose y en seguida se aplica al cono sur de América Latina, y tiene un desarrollo hasta la actualidad. El último gran shock, en este sentido, es la guerra de Irak. Cuando veo todo este recorrido que culmina con una intervención planeada de EE UU, en la que España tiene una participación real, decido hacer el montaje. Y esa estructura de Naomi la utilizo como guía. A partir de ahí, hubo que documentarse y empezar a extraer lo que es teatro de este cúmulo de historias. Nos guía esa descripción, tiene un punto didáctico, pero sobre todo vivencial, de revisar la historia que nos rodea desde la vivencia, la sensación; para lo demás, hay libros, documentales. Vivirlo como se vive en el teatro es algo único.
-¿Cómo se llega a las obras?
-Con cada montaje hay año y pico de investigación previa. Hacemos talleres periódicos, y vamos vertiendo toda la información que tenemos. Llamamos a gente que sabe más que nosotros, periodistas, politólogos, gente que ha vivido los conflictos en primera persona, y todo eso va a conformando un espectáculo complejo. Como, en este caso, son dos, llevamos la friolera de seis años con ellos.
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-¿Cómo es escribir entre cuatro?
-No es tan difícil, pero hay que tener en cuenta que en este espectáculo la autoría es prácticamente una visión desde la dirección. Yo sé lo que quiero contar y, de alguna manera, coescribo con otras personas a quienes pido cosas concretas. Mayorga escribe sobre la relación de Margaret Thatcher y Pinochet, Cavestany sobre las conversaciones de Kissinger y Nixon para derrocar el gobierno de Allende... Yo voy distribuyendo el trabajo, y al final hacemos la dramaturgia. Pero el proceso es complejo, porque hay improvisaciones de los actores, propuestas de escenografía y vestuario, el vídeo y el sonido marcando algunas escenas... Es un trabajo colectivo.
-¿Cómo se capitanea el barco?
-Soy el que propongo el tema, lo desarrollo, voy teniendo claro lo que quiero y confío en los demás. Yo concibo el teatro como un grupo de personas, de artistas, que cada uno en lo suyo sabe más que yo, y yo voy a dirigir esa anarquía artística. Hay que saber hacia dónde quieres ir, y eso lo tenía claro. Ha sido complejo, pero también muy placentero.
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-Son historias independientes pero complementarias.
-Recomiendo que se vean seguidas. Es una experiencia en sí mismo ver siete horas de teatro, con sus descansos, que la gente no se asuste. Aunque sea al reflejo tremendo de una tragedia mundial, del imperialismo moderno a base de violencia, he pretendido hacer bastante espectáculo. Estratégicamente, es interesante que llegue a todo el mundo. Dentro de la tragedia contemporánea hay muchas cosas de las que reírse. Y aunque son obras independientes, se puede ver solo una, las dos pertenecen a la misma secuencia histórica de acontecimientos.
-¿Con qué sensación se va el público?
-La gente sale muy excitada. Y eso es algo que yo quería. Es una obra dura, es una tragedia que golpea mucho, pero también es muy entretenida. No es algo que te deprima, no hay una visión positiva, pero sí energética, de hay que hacer algo, de no permitir que la historia siga por este camino.
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-O sea, que llama a actuar.
-El público sale consciente de algo que estamos viendo todos los días. Pero ocurre que al final el bombardeo de información produce desinformación. Hay una costumbre de la violencia, de 'el mundo es así', de ver en el telediario a gente pegándose tiros, lanzándose misiles... Pero aquí el espectáculo es vivencial y circular. El público está rodeado por pantallas de cine para estar en el Palacio de la Moneda, durante la final del Mundial de Argentina cuando a menos de 500 metros se torturaba a gente en la Escuela de la Armada, en pleno campo de batalla en Bagdad.. Todo eso hace no solo que lo vivas, sino que lo sientas, y eso es una experiencia muy especial que solo puede dar el teatro.
-El teatro documento vive un buen momento. ¿Cuándo un asunto deja de ser periodístico y se convierte en teatral?
-Yo creo que en esencia lo es desde que nace, es decir, el teatro es el reflejo de la vida y un hecho periodistíco puede ser convertido en teatro en cualquier momento. El teatro que me interesa es cualquiera que sea bueno, pero aquel basado en la narración de lo que está sucediendo aquí y ahora me interesa especialmente. El periodismo se ha ido reduciendo cada vez más a algo muy pequeño, como un tuit, pero para mí sigue siendo una de las fuentes más interesantes para reflejar el mundo en el que vivimos, por eso es hermano del teatro.
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-¿Sus últimos shocks?
-La situación política mundial, el cambio climático son temas evidentes, pero hay algo que me está preocupando mucho: todo este shock sordo de la pandemia que ha producido elementos inquietantes. Lo veo en el mundo de la adolescencia, los jóvenes, que tienen toda una vida para disfrutar, pero les están cercenando desde que nacen. Si ya teníamos una cierta visión del mundo un poco enferma, ahora más. La ansiedad, la angustia, la soledad son elementos definitorios en las ciudades. Estoy investigando en la relación con la violencia de la adolescencia.
-¿Y habrá obra?
-Estoy metido en dos montajes para el 23 y 24. Mi manera de investigar es a través del teatro.
-Hay quien sostiene que el teatro saldrá beneficiado de la pandemia, que hay ansias de directo.
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-Yo creo que no está saliendo beneficiado. Hay gente que ha sido muy militante, pero nosotros hemos hecho giras con 30 personas en un teatro de 900. Ha sufrido mucho la economía de la cultura en este país. No ha sido bueno para nadie.
-¿Pero saldrá adelante?
-Sí, yo con la edad cada vez soy menos de decir máximas, nunca sabes, también desaparecieron los dinosaurios. Pero el teatro tiene algo a su favor: la facilidad de poder representarlo en cualquier momento hace que sea difícil de ser destruido.
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-Como madrileño, ¿está en shock con lo que ha pasado con Almudena Grandes?
-Almudena Grandes es mucho más grande que todos los que están discutiendo sobre ella. Lo que diga el alcalde me la trae al pairo, es evidente el montonazo de libros que ha escrito y que han puesto a Madrid en el mundo. Es de mal gusto que malversen el nombre de una persona que acaba de morir.
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