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La despedida, ayer, al padre del Salón del Cómic del Principado.

«Es un drama para Gijón que se perdiese la oportunidad de hacer un museo del cómic con Tino»

Dibujantes asturianos alaban a Faustino Rodríguez Arbesú en su funeral: «Todos estamos en deuda con él»

AIDA COLLADO

GIJÓN.

Miércoles, 8 de diciembre 2021, 10:07

Faustino Rodríguez Arbesú pasó por la vida sin ninguna intención de gustar a todos. Dispuesto a pagar el peaje de la «libertad, porque él era ... libre». Y, a pesar de ello, ayer, en su funeral, la iglesia de San José llena y las voces temblorosas de sus colegas demostraron que serán muchos quienes echarán de menos al padre del Salón del Cómic del Principado, de 'El Wendigo', de las páginas publicadas en este periódico -'El cómic, un medio de expresión pop'- y además de todo lo anterior «un tipo fantástico». Añorarán su apoyo -que tantas veces se alineó con el débil, «como cuando defendía a los que tenía a su cargo en la siderurgia»-, al amigo -con el que siempre se podía contar, porque «no fallaba nunca»- y, también, las toneladas de conocimiento que con él desaparecen. Porque no hacía falta escarbar mucho para descubrir que junto a la pérdida del ser querido latía otra pena: «Es un verdadero drama para Gijón que se perdiese la oportunidad de hacer un museo del cómic» con todo lo que tenía y sabía Tino, explicaba el dibujante, ilustrador y escritor Gaspar Meana, profundamente afectado por la muerte de un hombre «luchador y, para mí, un segundo padre».

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Decía emocionado de Rodríguez Arbesú que «el cómic era su vida», una materia en la que acumulaba, además de conocimiento, infinidad de originales. Y ese museo en el que «a él le habría gustado» lucirlos, apuntaba el exdirector municipal de Cultura Xosé Nel Riesgo, «estuvo a punto de hacerse en los años setenta...», pero quedó en nada. «No quiero ni imaginar lo que se podría haber incorporado durante todos los años que se celebró el salón del cómic. Porque por aquí pasó todo el mundo, la flor y nata del tebeo, y todos habrían dejado algo», lamentaba Riesgo. Un museo, coincidía con Meana, «al que además iría la gente joven».

Un lugar en el que hacer justicia a «un gran ser humano, de carácter fuerte, trabajador, infatigable», a «una memoria privilegiada, una enciclopedia andante», a un hombre «muy fordiano», de «sonrisa cinematográfica», «irrepetible». A alguien, señalaba su compañero Ramón Fermín Pérez, «que siempre estuvo atraído por el arte popular, por el cine, por el tebeo, y que supo plasmar sus gustos en actuaciones concretas».

Se emocionaba hasta las lágrimas el dibujante Álvaro Noguera ('Diario 16') al recordarle: «Durante muchos años estuve lejos del dibujo. Cuando volví, en 2003, me dedicó una sala en el Ateneo y se lo agradecí infinito, porque yo venía de ninguna parte». Era un gesto más en una amistad plagada de ellos, desde que se conocieron en una conferencia sobre cómic en el cine en 1979. «Tanto sabía que si le hacías una pregunta podía estar hablando una hora entera. Con Faustino siempre se aprendía», le elogiaba.

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El resumen lo hacía Ernesto García del Castillo, Neto: «Hizo mucho por los dibujantes asturianos. Era una persona muy generosa. Todos estamos en deuda con él».

Por todo ello, el párroco de San José, Fernando Llenín, le dio las gracias. Y pidió por su alma a la Virgen del Carmen, «en este barrio del Carmen al que pertenecía, pertenece y pertenecerá». Como perteneció, pertenece y pertenecerá a su difunta esposa, Eulalia Euguren, y también sus hijas, Sofía e Isabel.

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