«Dudo de todo. Hasta de que me llamo Malena»
Llega el sábado al Niemeyer junto a Luis Bermejo en 'Los que hablan', una reflexión inédita sobre cómo nos comunicamos
m. f. antuña
Jueves, 2 de diciembre 2021
El sábado en el Niemeyer (20 horas, 20 euros) se habla de hablar. 'Los que hablan', montaje del Teatro del Barrio con texto y dirección ... de Pablo Rosal, se plantea como una propuesta reveladora y valiente que lanza interrogantes inéditos. Sube a las tablas a Malena Alterio (Buenos Aires, 1974), que tiene junto a ella a Luis Bermejo en escena.
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-¿Qué es 'Los que hablan?
-Es una vuelta atrás, a los orígenes, a la sencillez, a lo simple, a la base, a cómo es esto de hablar, qué es, a los sentidos. Es elemental incluso en la puesta en escena, una mesa y dos sillas, Luis y yo, ni siquiera los personajes tienen nombre. Vamos a lo básico, al cómo nos comunicamos, de qué habla la gente, que es lo qué tengo que hacer en una conversación contigo... Son preguntas que normalmente no hacemos, porque lo tenemos incorporado y asumido, pero Pablo Rosal, que es un genio, es capaz de escribir en qué consiste todo esto.
-O sea, que es un descubrimiento para todos, nos hacemos preguntas nunca hechas.
-Cuando a mí me ofrecieron este texto yo no me las hacía y, si en algún punto me las hice, era de una manera muy inconsciente, pero ante esta oferta tan loca y divertida del Teatro del Barrio sí que te empiezas preguntar cómo nos comunicamos. Cuando acaba la función y la gente se va a tomar una cañita, le pasa lo mismo, que comenta la jugada, que dice 'me reconozco en esto y lo otro'. Ha asistido gente que tiene que ver con la docencia, con el teatro, y especialmente a ellos, a los que trabajan con el lenguaje, les ha fascinado.
-¿Alguna conclusión así abreviada de cómo hablamos?
-No la hay. Durante hora y media nos llenamos de ejemplos, de conversaciones, de gente que habla mucho, gente que parece que lo habla todo, quien no para de repetir la misma frase... No hay una respuesta concreta. Hablamos de lo que hablamos por no hablar, de los silencios que angustian, que los llenamos de palabras vacías sin sentido, de sentimientos, y de esa forma inteligente vamos navegando por estas palabras tan curiosas.
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-Y con humor, por supuesto.
-La cosa con humor entra mejor. Es muy inteligente la función. No tiene nada de condescendiente con el público, lo consideramos inteligente, apelamos a su atención e intelecto.
-¿Cómo le llega este proyecto?
-Luis es colaborador del Teatro del Barrio, le llega el texto a través de Alberto San Juan y se queda fascinado. Empieza a mover ficha para encontrar pareja y entre Luis y Pablo me lían a mí. Me dan el texto y yo al principio no entendía ni media, porque es como muy loco, pero había algo dentro de esa locura y de esa cosa absurda e incomprensible que me atraía muchísimo, un misterio que yo tenía que resolver. Y dije que sí.
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-¿Qué tiene que tener un proyecto para que usted diga que sí de inmediato?
-La duda soy yo. Dudo de todo. Hasta de que me llamo Malena. Tiene que aparecer en el momento adecuado, tener humanidad y tengo que saber que yo puedo resolverlo, que puedo aportar, que entiendo el enigma.
-¿Cómo es trabajar con su ex?
-Es enriquecedor, muy curioso, es estar de nuevo juntos pero separados, y estar de otra forma. Luis es tan fantástico, un ser excepcional, de una calidad infinita. Nos queremos mucho, somos amigos, somos hermanos y lo admiro como profesional y como persona. Es muy guay estar con él en este viaje.
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-¿Cómo fue el trabajo con el autor-director?
-Curioso. Ahora que lo miro en la distancia, se ha ido cocinando de una manera natural. Pablo tampoco nos guiaba demasiado, nos rebajaba en algún punto de los histrionismos que proponíamos. Era tan compleja la memorización del texto que íbamos avanzando, definiendo ejemplos y construyendo y poco a poco fue creciendo el suflé. Pablo es fantástico, tiene un estilo muy personal, una forma muy auténtica y generosa de trabajar.
-Si es la duda, ¿prefiere ser muy dirigida a ser muy libre?
-Me gusta que me guíen, tener un camino, que me digan por aquí y por allí, no soy muy autónoma e independiente en cuanto a mi creatividad.
-¿Se disfruta ahora más de las giras?
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-Sí, el calor de la gente es una gozada.
-¿Qué estrenos aguardan?
-Tres cosas. 'Espejo espejo', una película de Marc Crehuet; 'Mamá está en redes', aunque no sé cómo se va a llamar al final, que dirige Daniela Fejerman, y 'Toscana' de Pau Durá.
-¿Y la tele?
-¡Con todo lo que tengo! Me siento muy bien tratada en todos los medios. Sí es verdad que la tele me dio la popularidad, pero yo voy donde me vaya llevando el viento y ahora me lleva al cine.
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-¿Cómo ve nuestra ficción?
-Ahora estamos en un tiempo de cambio. Hay un punto de aparente libertad en cuanto a la creatividad, no somos tan esclavos de los formatos de las generalistas y eso está guay, pero, por otro lado, la demanda es tan grande, que se están abaratando las historias, las hacemos como churros. Tiene ventajas e inconvenientes este tsunami de series.
-¿Vemos series por encima de nuestras posibilidades?
-Creo que sí, igual nuestro cerebro se está adaptando, pero yo voy más lenta y a mí no me da para ver 20 series, vivir y salir.
-¿Qué le apetece hacer?
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-Descansar. Y siempre está el deseo de trabajar en Buenos Aires, en Argentina, en Sudamérica. Dirigir y escribir lo veo tan complicado que ni me lo planteo, solo a nivel personal para desquitarme, para liberarme. Yo escribo para mí y no para mostrarlo.
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