Economía política para ciudadanos
Michael Sandel cree que el daño que la política económica de su país ha hecho a la clase media empedró el camino por el que transita el populismo'El lector de almohadas', de Pepa G. Lillo, es un ejercicio perfecto de ensoñación, de mixtura de tiempos y voces
Se da por hecho que el candidato republicano a las presidenciales estadounidenses del próximo mes de noviembre será Donald Trump. Podemos lamentarnos por ello, pero ... más productivo es comprender por qué se le sigue votando. En 'El descontento democrático', Michael Sandel ensaya una respuesta. Para él, la desastrosa política económica norteamericana de los últimos cuarenta años, con el daño que ha infringido al ciudadano medio, sería la expresión del triunfo definitivo de una errada comprensión de la democracia, que empedró el camino por el que transita ahora el populismo.
Publicidad
La teoría política del profesor de Harvard se inscribe en la tradición republicana de la democracia, alejada de su versión liberal e individualista. 'Republicano' –conviene recordar–, en el campo de la teoría política, no guarda relación con una forma de gobierno alternativa a la monarquía y, casi siempre, de carácter laicista. Se refiere a una corriente de pensamiento que, en lugar de hacer hincapié en los derechos individuales, como hace el liberalismo al uso, incide en el autogobierno de los ciudadanos. Así, muchas de las crisis actuales se deben, según Sandel, a concepciones políticas individualistas.
Evidentemente, Sandel tiene enfrente la versión de la democracia y de la justicia de John Rawls. Frente a este último, el autor de 'La tiranía del mérito' apuesta por una democracia republicana en que los ciudadanos mantienen el control de lo que es bueno para todos. El pluralismo, explica Sandel, no nos ha de retraer respecto a nuestras convicciones, ni exige la defensa de la neutralidad rawlsiana. Implica discutir públicamente y que cada uno haga valer su visión de lo que es mejor o peor para la sociedad. Entonces sí que el gobierno será democrático, entonces sí que las decisiones adoptadas corresponderán al poder político de los ciudadanos.
Ahora bien, una de las tesis fundamentales de 'El descontento democrático' –y es lo que en realidad ocupa la mayor extensión de este no pequeño libro– reside en sostener y argumentar que este tipo de democracia ha de ir de la mano de una «economía política de la ciudadanía». Se trata de que la organización económica de la nación no arrebate el poder político de los ciudadanos. La acumulación de poder económico ha sido vista tradicionalmente por la visión republicana de la democracia como una amenaza para la capacidad política del ciudadano. Y eso sucede precisamente, argumenta, cuando se impone la «neutralidad ética» de Rawls, pues tal neutralidad propicia que las políticas económicas desaparezcan del debate ético y que se adopten decisiones que escapan al control ciudadano. Es así como los ciudadanos perdemos capacidad de autogobierno y quedamos en manos de los grandes poderes económicos.
Publicidad
Otra importante tesis subyacente en la concepción republicana de Sandel estriba en considerar que la economía política de la ciudadanía ha de poseer también un componente formativo moral. En su largo recorrido histórico, el libro se hace eco de hasta qué punto muchos insignes políticos y pensadores norteamericanos concibieron que la organización económica había de contribuir a la calidad moral de los ciudadanos. Los sentimientos de nación y comunidad, fomentan la responsabilidad y solidaridad de los ciudadanos y, por tanto, el ejercicio de un conjunto de virtudes que les haría capaces de contribuir al bien común. En la tradición republicana, esas virtudes se consideraban asociadas a una organización económica capaz de hacer al ciudadano dueño de su vida. En cambio, el triunfo de la sociedad del bienestar y la primacía del ciudadano consumidor sobre el ciudadano trabajador y productivo habrían acarreado una ciudadanía descomprometida.
Como se ha apuntado más arriba, Sandel atribuye al triunfo de la versión liberal individualista de la democracia el desinterés por los debates morales sobre la organización económica de la democracia. Seguramente, la explicación del éxito popular de Trump requiera otras visiones complementarias a la que aquí nos ofrece Sandel, pero su vigorosa llamada a superar la visión individualista y consumista de la democracia resulta, sin duda, estimulante.
1 año por solo 16€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión