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El enemigo es el patriarcado

Gloria Steinem. La serie de HBO 'Mrs. America' narra la historia de un grupo de mujeres a favor y en contra de la igualdad de derechos en los Estados Unidos de los años 70

AZAHARA VILLACORTA

Viernes, 21 de mayo 2021, 01:39

«Ridícula». La flamante Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2021, la periodista, escritora y activista estadounidense Gloria Steinem, icono de ... la lucha feminista, no se anduvo por las ramas a la hora de calificar 'Mrs. America', la primera serie en 'streaming' que radiografía la historia del feminismo estadounidense en los 70. Una de las producciones más aclamadas de 2020, de la creadora y guionista Dahvi Waller ('Mad Men', 'Mujeres desesperadas'), nueve capítulos adictivos que pueden disfrutarse en HBO y que pivotan entre dos personajes: la propia Steinem, encarnada por una solvente Rose Byrne, y la conservadora Phyllis Schlafly, interpretada magistralmente por Cate Blanchett.

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Tras muchas especulaciones, conocimos su opinión sobre ella gracias a la versión 'online' del festival literario Hay (casualidades de la vida, Princesa de Comunicación y Humanidades el pasado año), donde pudimos asistir a la conversación de la legendaria Steinem con la también escritora Laura Bates, en la que salió, casi inevitablemente, el tema de la serie.

Fue la propia activista la que se refirió a 'Mrs. America' cuando le preguntaron sobre cómo relacionarse con mujeres que no son feministas y optan por perpetuar el sexismo. Y atentos porque su contestación no da lugar a demasiadas interpretaciones: «Es importante destacar que, aunque unas mujeres pueden llegar a ser un problema para otras, no tienen el poder suficiente como para ser el gran problema. Las mujeres pueden ser adversarias, pero no las peores adversarias».

Y, a partir de ahí, Steinem se refiere al meollo de la trama: el enfrentamiento desatado entre republicanos y demócratas después de que el Congreso aprobase en 1971 la ERA o Equal Rights Amendment (Enmienda de Igualdad de Derechos), una propuesta de adición a la Constitución que consagraba exactamente eso: la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, con especial atención a temas como el empleo, la propiedad y el divorcio.

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Pues bien: 38 estados (tres cuartos de total) debían ratificarla para que entrara en vigor (tenían de margen ocho años, hasta 1979) y Steinem fue una de las líderes de la campaña para conseguirlo, mientras que, en el otro bando, la feroz e hipnótica Schlafly (que, por cierto, recuerda mucho a la Serena Joy de 'El cuento de la criada'), una mujer profundamente homófoba con un hijo gay a quien consideraba un pervertido, se opone con uñas y dientes a esa independencia para las mujeres que ella misma disfruta con sus viajes, sus conferencias y sus aspiraciones políticas, decidida a ser mucho más que la sumisa esposa de un abogado. Una contradicción en sí misma que únicamente quería trabajar y amasar poder con cientos de adeptas repartidas por todo el país y agrupadas bajo el lema 'Stop ERA'. Mujeres que defendían la centralidad de la familia, repudiaban el aborto y el matrimonio homosexual y, sobre todo, temerosas de perder sus privilegios, incentivaban los roles de cuidadoras y madres, repitiendo argumentos falaces como que, en caso de que la enmienda fuese ratificada, tendrían que ir a la guerra o podrían verse obligadas a dejar de ser amas de casa.

Pero ese enfrentamiento con Schlafly, némesis de la que sigue siendo aún hoy la feminista más famosa en Estados Unidos, la principal antagonista de Steinem y sus compañeras en lucha -históricas del movimiento de los 70 como Bella Abzug (Margo Martindale), Shirley Chisholm (Uzo Aduba) y Betty Friedan (Tracey Ullman)- no convence a la activista. Y ojo que viene spoiler: «Te da la impresión de que la razón por la que no se aprobó la enmienda de igualdad fue la oposición de Schlafly, que era una mujer muy religiosa y de derechas», argumentó en el Hay la periodista. «Sin embargo, no creo que su campaña en contra cambiara nada. De hecho, ocurrió en el último minuto. Sin embargo, la industria de los seguros se opuso en bloque, porque, si dejaban de segregar por sexo, actualizar las pólizas les costaría millones de dólares. La serie hace ver que unas mujeres son el peor enemigo de otras mujeres, un enfoque que nos impide reconocer quiénes son nuestros verdaderos enemigos. Ese es el problema de este show tan ridículo. No por los actores, sino por el sentido de la historia». Una batalla, en suma, en la que todas ellas, con independencia de su orientación ideológica, viven atrapadas en la misma discriminación: la supremacía del patriarcado.

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Las contradicciones en el seno del feminismo -que luchaba por la igualdad pero no terminaba de dar una acogida completa a afroamericanas o lesbianas- y la presión conservadora por restringir derechos como el aborto o no reconocer la violencia de género como un problema social tampoco nos resultan demasiado lejanas.

La Enmienda de Igualdad de Derechos sigue sin ser ratificada en varios estados.

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