Adiós a Roces, el gran fotógrafo de la música asturiana

Los músicos asturianos aún no pueden creerse que hayan perdido, durante la pasada madrugada, a José González Roces (para todos los que le querían, que eran legión, simplemente Roces), autor «del mejor álbum de fotos de la música asturiana», porque «no había un solo concierto que se perdiese armado con su cámara, fotografiando durante décadas a cientos de grupos y solistas».

Así lo recordaba esta misma mañana, cuando la noticia de su fallecimiento era para la mayoría todavía «imposible de asimilar», Boby García, gerente de Pronorte, empresa especializada en la organización de espectáculos, que contaba que Roces, natural de Ciaño, había estado al pie del cañón hasta el final, dando rienda suelta a su gran pasión, disfrutando de lo que más amaba. Y, de hecho, estuvo haciendo fotos en el concierto de Fran Juesas la noche del lunes, en la clausura del festival Luanco al mar«.

Natural de Ciaño, Roces dejó la mina para volcarse en su vocación: la música en todos sus géneros y formatos. Y así fue como empezó, «como 'pipa' de los Stukas, en la época dorada de 'Hazañas bélicas». El veneno de ya estaba inoculado. Así que, en paralelo, decidió inmortalizar a aquellos a los que tanto admirada. «Y no solo a los grupos asturianos, sino también a todos los que venían por aquí, a los que cedía sus fotos altruistamente».

Así que, durante todo el día, las redes se llenaban de recuerdos como los de la banda La Tarrancha, que despedía con dolor «una vida ente bambalines, ente cables, camerinos, carreteres, caleyes, prebes de soníu, conciertos, ensayos... una vida en milenta acordes y en millones d'imáxenes, eso ye lo que dexa Jose Gonzalez Roces», y se sumaba al pesar qie la «xente del mundu la música (técnicos, promotores, chigreros, músicos...) tien pola so pérdida».

Porque al incombustible Roces, el mejor amigo de los fosos, no le quedó grupo asturiano que no pasase por delante de su incasable cámara. Pero, de madrugada, su corazón, que andaba delicado últimamente, se apagaba. «Y no lo había más generoso ni mejor paisano», explicaba entre lágrimas su amigo íntimo Jorge Serrano. «Lo echaremos muchísimo de menos».

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