Marcel Gros, en una de las escenas de 'Artinauta', un espectáculo que cautivó a mayores y pequeños, en el Teatro Jovellanos. JOAQUÍN PAÑEDA

Feten baja el telón con un aplauso eterno a la cultura

La Feria de Artes Escénicas clausuró su trigésima edición, « la más especial y rigurosa», con 'Artinauta', un canto a la imaginación y al arte

ANA RANERA

GIJÓN.

Sábado, 15 de mayo 2021, 04:21

Una semana después de subir el telón, la Feria Europea de Artes Escénicas para niños y niñas terminó ayer su trigésima edición con la ... función 'Artinauta', en el Teatro Jovellanos. Acabó así, con la emoción desbocada, el Feten más complicado, el que supuso un desafío tras otro para sus organizadores, que redoblaron esfuerzos para hacer realidad la cita en plena pandemia. «Ha sido la edición más especial y rigurosa», la definían los profesionales antes de comenzar, emocionados, la última función.

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El gremio necesitaba este año, más que nunca, sentir el aliento de la ciudad en las calles y en las salas y el público se lo brindó con llenos constantes, con aplausos a raudales y con unas ganas que se palpaban en cada escenario que ocupaban las compañías.

Fue un acierto acabar esta semana con 'Artinauta' porque este espectáculo define lo que es para Feten el arte y lo que es el arte para Feten. La función hizo un viaje a través del mundo interior de su personaje, que era muy parecido al de la mayoría. Estaba plagado de recuerdos, de emociones y de sueños. Algo así como todas las obras que nuestra ciudad ha ido disfrutando estos últimos días.

Marcel Gros -el intérprete, autor y director- fue el encargado de llevar al público al planeta Arte para reivindicar la importancia de crear, no solo en la infancia, también en la edad adulta, cuando parece que se nos olvida que es una necesidad vital.

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Desde las butacas, el respetable viajó hacía atrás y hacia adelante en el tiempo, vio caballos trotando sobre las tablas y sintió el primer vuelo de un pájaro recién nacido. Entre los niños, se impusieron las carcajadas, y, entre los menos niños, se sintió la ternura, aunque también la nostalgia.

Hubo música, hubo baile y hubo ganas de vivir, de disfrutar de la cultura y de aplaudir los espectáculos y guardarse, en el bolsillo, el eco que dejan las ovaciones por si algún día -la vida no lo quiera- nos vuelven a faltar. Con un aplauso eterno, se bajó el telón y, en el público, quedaron las ganas de más Feten.

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