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Transiciones

Descubrí a la literatura de Marcelo Matas de Álvaro (Béjar, 1962) con la obra Ingenio Lego (2016), un libro de catorce relatos con esenciales cualidades ... narrativas y escritos con un poderoso lirismo triste. Un tiempo después me encontré con la novela 'Yo sé quién soy' (2020), la primera de la trilogía 'La urdimbre y la trama'. En ella aparece el territorio literario propio de Belgrey, porque Marcelo Matas, como tantos otros escritores, ha necesitado inventar su personal paisaje para soportar mejor la metamorfosis de las palabras y de la vida. En aquella primera novela confirma el escritor de Béjar la necesidad narrativa de transitar por los territorios de la oralidad, y su referencia a lo 'originario' será una característica primordial de su obra. La atmósfera de 'Yo sé quién soy' la conforman las miserias y los dolores, los horrores inconfesables y las ruinosas supervivencias del tiempo de la posguerra. Aquella vida parecía una prolongada y triste desesperanza acorralada por el silencio y el miedo. 'Enemiga mortal de mi descanso' (2023) es la segunda novela de la trilogía y se desarrolla en el tiempo frenético y contradictorio de la transición. La dictadura, después de una agonía que parecía interminable, ha muerto y una nueva época debe ponerse en marcha. La democracia es la madurez y conviene soltar viejas pieles para regenerar el cuerpo social, derribar muros y techumbres para hacer posible la mudanza. El tránsito será traumático, apresurado, imperfecto, como también lo es la adolescencia, ese momento de la vida en el que todo parece derrumbarse para que todo pueda construirse de manera diferente. El protagonista, Andrés Retamar, sufre su propia transición en medio de la transición política que vive su país. Amabas ocurren a la vez y en ellas hay muerte sin remedio y esperanza con miedo, y hay pérdidas irreparables y encuentros decisivos, y hay soledad, porque es la condición de la que está hecha la vida, y hay tormentas que destruyen y resalvos que brotan en la memoria como remedios contra la peste del miedo y, sobretodo, en ambas transiciones hay una muchedumbre de preguntas. El abuelo de Andrés, un ser que fue miserable y frágil, perdido por la ignorancia y la ruina moral y que tanto hizo sufrir a los suyos (como le ocurrió a la dictadura) vuelve arrepentido y roto y descarga sobre su nieto el pasado de su memoria, rinde ante él su pasado de ignominia, cobardía y desolación. «El pasado se inventa para poder contar la verdad», dice el abuelo, y el nieto adivina la trampa, al igual que nuestra nación adivinó, sin atreverse a manifestarlo abiertamente, las trampas que escondía la necesaria e inevitable transición. Marcelo Matas escribe muy bien y en 'Enemiga mortal de mi descanso' vuelve a demostrarlo. La novela posee un ritmo envolvente y el autor utiliza con maestría y descaro diferentes herramientas para conseguirlo, como la combinación de narraciones en tercera, segunda y primera persona o como la pequeña obra de teatro sobre los pasos por diferentes cárceles del poeta Miguel Hernández, quien, en una de ellas, coincidió con el abuelo de Andrés. Marcelo Matas, utilizando el lenguaje con la pericia de un artesano y la sensibilidad de un poeta, transita por su personal territorio de Bergley con la solvencia y la seguridad de quien tiene mucho que contar y, además, sabe contarlo.

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