«Las humanidades no pueden morir»
Profesores de Latín, Griego y Cultura Clásica reclaman que sus materias tengan más relevancia dentro de los planes de estudio
«Cuando digo que soy profesora de Griego, me preguntan que si esa asignatura sigue existiendo». Quien da este testimonio es Virginia Muñoz, profesora en ... el IES César Rodríguez de Grado y defensora a ultranza –y cargada de razones– de las humanidades. Ella sacó su plaza en el año 2004, en Castilla y León y, en 2009, se trasladó a Asturias para continuar su carrera como docente de una materia que está cayendo en el olvido. «Nuestra sociedad le da mucha importancia a la tecnología y a todas las enseñanzas que tienen una finalidad inmediata. Eso está muy bien, pero no tiene por qué implicar perder lo que ya teníamos», protesta convencida. «Es obvio que las humanidades van a tener una menor financiación y un lugar más reducido en los planes de estudio, pero no pueden morir», advierte.
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Esta profesora lanza ese aviso porque lleva años viendo cómo cada vez quedan más relegadas en el currículo escolar. «Para empezar, sería necesario que la Cultura Clásica fuera obligatoria en un curso de la ESO y así conseguir acercar a los alumnos a ese mundo», considera. Lo propone porque, ahora mismo, esa asignatura es optativa y le toca competir con otras muchas que, a priori, a los alumnos les pueden parecer bastante más suculentas. De hecho, muy pocos se decantan por ella y eso hace que impere un absoluto desconocimiento del mundo clásico que acaba provocando, al llegar a Bachiller, que muchos ni se planteen seguir su camino por las letras. «Si hubieran tenido en Secundaria un acercamiento a Grecia y a Roma, podrían tener ganas de continuar por ahí», opina.
Afortunadamente, hay estudiantes que, pese a todas las trabas del camino, se matriculan en el Bachiller de Humanidades. El problema es que allí se encuentran con la posibilidad de ni siquiera estudiar Griego, ya que la pueden sustituir por otras asignaturas como Economía. «Al no ser obligatoria, muchos no la escogen porque les da cierto miedo por tener un alfabeto tan distinto», señala Muñoz. Eso hace que ella, ahora mismo, solo tenga tres alumnas en segundo de Bachiller y ninguno cursando primero.
«Que no aprendan sí o sí Latín y Griego va en contra de los propios estudiantes porque son dos asignaturas en las que está todo relacionado», recuerda Ainhoa Loureda, profesora interina de ambas materias. Ella no tiene plaza fija porque, en Asturias, ni siquiera tiene la opción de intentar conseguirla. «No se convocan oposiciones desde 1996 y parece que no hay mucha intención de hacerlas», explica. Esa situación es, para ella y otros muchos compañeros, «muy frustrante. No es lo mismo tener tu puesto de trabajo que andar de aquí para allá sin saber lo que te espera para el próximo curso», se queja con motivos. «La mayoría de profesores de estas asignaturas están en la misma situación que yo, incluso llevando muchos años», se reafirma. Ella cree que esa inestabilidad laboral también repercute en el plan de estudios. «El no tener continuidad no te da pie a hacer, por ejemplo, actividades en el instituto para darlo a conocer», afirma. «No tener opción a quedarte te impide hacer las cosas que te gustarían», añade. Para ella, esta pésima situación de su sector es la consecuencia de que muchos no quieran que la sociedad tenga esa sabiduría que aporta el mundo clásico. «Las humanidades son las que te enseñan a pensar y te hacen llegar a conclusiones, al igual que sucede con la Filosofía».
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Y, para amarlas, es fundamental el papel que juegan los docentes. «Yo tuve un profesor que me inculcó el gusto por el mundo clásico», recuerda Andrea Machado, graduada en Estudios Clásicos y Románicos. «Los que estudiamos esta carrera tenemos que aprender a venderla», sigue relatando. Lo dice porque, hoy por hoy, «parece que estudiar por el mero hecho de aprender es una cosa que ya no sirve. Ahora todo tiene que ser productividad», se lamenta.
Esa idea que está de moda y el desconocimiento hacen que apenas haya universitarios, estudiando el grado de Estudios Clásicos y Románicos. «Hay que tener en cuenta que mucha gente estudia este tipo de carreras porque quiere preparar oposiciones y el hecho de que no las haya dificulta mucho las cosas». Ella piensa, por ejemplo, en sus compañeros de promoción: «Uno se fue a hacerlas a Cantabria y otra, a León». Igualmente, «el paro es bastante reducido. Es lo bueno de ser pocos», apunta Ainhoa.
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Porque, contra lo que podría parecer, las humanidades tienen salidas y sus expertos no van a aceptar el olvido al que las quieren relegar. El mundo no solo necesita especialistas tecnológicos y científicos, también hacen falta mentes que piensen y enseñen a las generaciones venideras a hacerlo.
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