Almudena Grandes, durante su conversación con Pablo Texón en el Niemeyer.

«Estoy a favor de la épica de los supervivientes»

La novelista madrileña Almudena Grandes presentó en Avilés 'Los besos en el pan', una obra con protagonista colectivo: «Todo un barrio de Madrid en plena crisis»

ALBERTO PIQUERO

Jueves, 18 de febrero 2016, 00:27

Medio millar de personas acudieron ayer al Ciclo de la Palabra del Centro Niemeyer, que tuvo por protagonista a la escritora Almudena Grandes (Madrid, 1960). Quinientos espectadores que hicieron caso omiso del temporal y el frío que azotó la villa avilesina. Presentó y dialogó con la autora que se dió a conocer para el mundo literario en 1989 con 'Las edades de Lulú', su colega asturiano Pablo Texón, quien abordó la primera pregunta de la conversación introduciendo la frase inicial de su última novela, 'Los besos en el pan': «Estamos en un barrio del centro de Madrid...», alusión a las características que tiene la obra tanto en la elección de un protagonista colectivo como en su adhesión narrativa al tiempo presente. Así lo reconoció Almudena Grandes; «Es la primera vez que no uso un protagonista individual, sino que lo es todo un barrio, y hablo de un presente que, además, está en un proceso que no ha terminado».

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Se refería a «la crisis», que a su juicio «no es la crisis típica del capitalismo», entendiendo que su particularidad reside en que «las clases medias, de profesionales liberales, que antes paraban el golpe», ahora se han visto concernidas. «Es algo complejo, que afecta a toda la sociedad, a las asistentas y a los dueños de las casas que han tenido que despedirlas». Esa complejidad la ha llevado en el terreno literario a «un formato impresionista, fragmentario». Aunque en el apartado de la documentación no ha precisado de otro auxilio que el de «vivir, mirar y escribir», apoyada además en su tarea de columnista periodística, la cual «te obliga a tener una teoría de las cosas». Dicho de otro modo, «soy escritora y también ciudadana».

Puso a modo de ejemplo a la peluquera del barrio, cuyo resumen de la crisis es que sus clientes «antes venían a peinarse y ya sólo vienen a teñirse». O a su propia hermana, dedicada al mundo publicitario, quien «tras ser despedida de la empresa publicitaria en la que estaba, en funciones de 'freelance' trabaja el doble para ganar la mitad».

Que la novela lleve por título 'Los besos del pan', lo explicó por la ascendencia de tres tías-abuelas que con esa enseñanza mostraban «el reflejo del hambre que habían pasado, al tiempo que manifestaban un acto de amor». Emparentó en ese sentido la época de la posguerra y el hambre, con la actualidad: «Vivimos una posguerra, porque se ha perdido una guerra en la que se ha atentado contra la soberanía de las democracias, disfrazándolo de razón de Estado».

No obstante, apeló a a la generación de sus abuelos, «cuando la pobreza no era humillante y permitía mantener la dignidad», con la esperanza de que si una vez remite la crisis «no volvamos a confundir la felicidad creyéndola equivalente al consumismo». De los héroes literarios, reivindicó a «los supervivientes, la épica de la gente pequeña».

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