«Después de casi 90 años, podemos tratar la guerra como mito»

Antes de viajar a Asturias, nos desvelaba cómo está viviendo la positiva acogida de su obra y la vorágine promocional en la que lleva embarcado desde que salió la novela este jienense de conversación afable y perfil alejado de la figura que solemos asociar a los autores superventas. «La verdad es que no tenía ninguna expectativa, conozco el mundo literario y sé que es complicado. Así que lo estoy celebrando más por el libro que por mí, porque me ha llevado mucho trabajo, lo he escrito a lo largo de varios años como una tesis y ver que tiene su recompensa es muy satisfactorio», asegura sobre esta auténtica novela total sobre la guerra civil en clave de realismo mágico. No oculta el impacto inicial que supuso en su vida cotidiana tener que responder a todos los compromisos de un libro que comenzó pronto a resonar: «Fueron muchas cosas de golpe: entrevistas, firmas, no estaba acostumbrado a eso, sino a estar en mi casa escribiendo sin ninguna responsabilidad y me agobié bastante. Ahora ya me he hecho a ello y lo estoy disfrutando, quiero más», revela entre risas.

De todo lo que se le ha venido encima, destaca el encuentro con quienes le llevan a firmar un libro que aún no han leído: «Les digo que espero no decepcionarlos y en eso puse todo mi esfuerzo. Tuve siempre muy en cuenta al lector, quería que reedificara un periodo concreto, que viajara y facilitarle ese viaje». Ese periodo es la guerra civil y la ruta que propone recorre toda la península que le da título. Acerca del asunto central, Uclés explica que su intención inicial era narrar la historia de una familia olivarera en un pueblecito de Jaén, inspirada por los relatos orales que le contaba su abuelo y como esos hechos sucedían en los años 30, decidió contar también la guerra civil: «Al investigar me di cuenta de que es un momento histórico del que puedes sacar mucho partido si escribes desde el realismo mágico. En las guerras el orden lógico se invierte, ocurren cosas supergrotescas y surrealistas. Desde luego, en mi caso lo hice siempre desde el máximo respeto a las piezas que conforman esa partida gigante que se jugó en nuestro país», apunta.

Ese respeto al que alude el novelista jienense asegura haberlo complementado con un «ejercicio de honestidad en el sentido de que no he tergiversado ningún testimonio ni modificado algo para que encajase mejor en el relato». Algo sustancial en una historia donde comparten escenario héroes anónimos con figuras históricas como Azaña, Franco o Unamuno: «Me interesaba ese reto narrativo de poner a personajes ficticios con otros reales. Parto de lo individual para luego narrar lo universal». Y consciente de que «la herida está ahí y no tenemos una memoria histórica fuerte, creo que después de casi 90 años podemos tratar la guerra civil como mito. Deberíamos tener esa cierta distancia emocional», zanja.