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Una sandía sin pepitas

Rubén Martín de Lucas. Bea Villamarín acoge la exposición 'Domare et dominari', en la que el creador reflexiona sobre la relación de humanidad y naturaleza

Ana Ranera

Gijón

Viernes, 4 de octubre 2024, 02:00

Pinturas. Una instalación de audio. Un mueble que esconde tesoros. Un universo en miniatura que se abre en la calle San Antonio para recordar –a ... gritos y en silencio– que la humanidad se aleja cada día más de la naturaleza y esa conducta (antinatural, sobre decirlo) es preocupante.

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La galería Bea Villamarín acoge la exposición 'Domare et dominari', en la que Rubén Martín de Lucas fija la vista en un mundo que le desasosiega. «Hemos domesticado y doblegado a todo lo que se dejaba domesticar y doblegar», lanza en el catálogo de la muestra y es verdad: «Hemos arrinconado o exterminado a todo aquello que se obstinaba en permanecer salvaje», añade firme este artista.

Todo lo que molesta tiene claro su destino: la desaparición. Como sea. «Al 99.9 % de las especies les iría mejor sin nosotros», declara el creador, aterrado ante esta «dolorosa verdad» que marca el mundo. Una realidad que Martín de Lucas considera «urgente revisar», hay que «erradicar esa visión de una humanidad en la cúspide donde todo está a nuestros pies».

Es hora para él de dejar de pensar que los seres humanos somos los reyes del mundo y pasar a «vernos como un simple nodo en una red donde todo nodo y toda relación tienen un profundo valor».

Nada ni nadie es más que nada ni nadie, tal y como indica la instalación sonora que puede visitarse en la calle La Merced 11 y que permite escuchar «una voz artificial que lee textos escritos por el artista en una letanía a caballo entre la poesía y la meditación guiada». Un runrún que se acaba convirtiendo en un colchón sonoro compuesto por Iván Puñal, en el que los visitantes acaban sumergiéndose en «otro espacio-tiempo». Porque la voz, esa voz artificial y misteriosa, invita a tumbarse «a descalzarnos , a sentir el tacto del césped artificial».

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Y, más allá de esa instalación sonora, en esta exposición hay un mueble de artista que permite a los visitantes descubrir más de Martín de Lucas, meterse en su corazón o en su cerebro y analizarlos. Hay libretas manuscritas, textos mecanografiados, varas, libros, bocetos originales, un cajón con tierra para meter los pies, un mp3 y objetos que ayudan a entender su figura.

Una figura que, en esta ocasión, deconstruye el mundo y recuerda «la que hemos liado al salir de la cueva». Estamos llenos de constradicciones: «Corremos al gimnasio para correr sobre cintas que permanecen en el sitio. Trabajamos para pagar a un jardinero que cuide de un jardín que no produce nada. El futuro es una sandía sin pepitas tan jugosa y atractiva como estéril», dice. Touché.

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