«Ayuso y Casado están muertos»

Jorge Ilegal está a punto de lanzarse a las carreteras de España y América para celebrar cuarenta años de música, porque en 1982 apareció en el mercado la primera grabación bajo el nombre de una de las bandas más fieles a sí mismas de la escena rockera. Cuatro décadas que celebra con nuevo disco, 'La lucha por la vida' -con colaboraciones como las de El Niño de Elche, Calamaro, Luz Casal, Iván Ferreiro, Dani Martín, Josele Santiago, M Clan, Evaristo Páramos (La Polla Records), Loquillo, Coque Malla o Enrique Bunbury- y sin rastro de nostalgia, porque «las cosas no han cambiado tanto». Y, para demostrarlo, agarra el periódico en la barra de uno de sus bares de cabecera y despedaza la actualidad titular a titular.

«El PP no decepciona nunca: sigue funcionando como de costumbre, con 'irregularidades' de todo tipo, que es un eufemismo para todas las maniobras turbias que se hacen por debajo de la mesa y que nos hacen confiar en la estabilidad de la naturaleza humana. Es un partido muy previsible. Sigue enclavado en sus costumbres ancestrales. En el PP se entiende, como entiende gran parte de sus votantes, que el que no sepa de argucias en beneficio propio es un estúpido. Deberían aprender otros partidos buenistas cómo se hacen realmente las cosas en política. Casado y Ayuso son prescindibles, incluso para el mismo partido. Porque esta chica es mala, pero es tonta. Y M.A.R. es un metepatas. Algunos tienen caretos que hacen pensar en casos clínicos. Se han matado. Están muertos los dos».

«En las culturas en las que se basa la actual Europa, que son Grecia y Roma, no estaba mal vista la pederastia en absoluto. Y en esto la Iglesia se ha demostrado muy apostólica y muy romana. Parece ser que están manteniendo el fuego eterno, el que les esperaría a ellos si existiese el infierno».

«Ha sido un tremendo error de la OTAN y, sobre todo, de los Estados Unidos creer en el desmantelamiento de una nación que es heredera del imperio zarista y ponerles los cañones en la propia frontera. Que ingresen en el bando enemigo los que antes estaban en el Pacto de Varsovia, o que por lo menos eran neutrales entre comillas, ha hecho que al oso le piquen sus partes. El conflicto está servido».

«La banca siempre gana. Es uno de nuestros enemigos. ¿Es necesaria la banca? Sí. ¿Tiene que ser una banca privada? No. ¿Pueden estar nacionalizados los bancos? Claro que sí. ¿Deberían estarlo? ¡Por supuesto! Si Ana Patricia Botín quiere un duelo a capa y espada, estoy dispuesto».

«Yo creo que es un acierto. La España cantonal es algo realmente antiguo. Los nacionalismos tendrían que haberse quedado en el siglo XIX. Pero ahora les ha dado por exhibir un trapo, una bandera, y llevar a todos los tontos detrás. ¿200 millones para el asturiano y 200.000 euros para el Prerrománico? ¡No me jodas!».

«Los trabajadores asturianos llevan perdiendo poder adquisitivo desde el desmantelamiento industrial, lo que se llamó 'reconversión'. 'Reconversión' es otro de esos eufemismos que intentan anestesiarnos ante una realidad demasiado cruda. Asturias está desmantelada, la población envejece y no hay más remedio que irse. Ilegales somos lo suficientemente locos y capullos como para quedarnos aquí. Todos los artistas, desde Víctor Manuel a Melendi, se mueven desde Madrid. Nosotros, por romanticismo, nos quedamos en casa. ¿Qué le vamos a hacer? Alguna enfermedad chunga teníamos que tener».

«Gran parte de los fondos se los llevarán las eléctricas. La trampa está preparada. Vamos a ver si no se devuelven a Europa porque el funcionariado es incapaz de gestionarlos. O si no pasa como con los fondos mineros, un escándalo».

«Ha ocurrido lo deseable: que exista una variante altamente contagiosa pero mucho más débil, porque va a ser la vacuna natural de los pobres. Algo que ya no tumba ni a la Reina de Inglaterra, a la que tumbaría el pedo de una vaca -o incluso muchos asturianos tras la ingestión de sidra- y que cree que está ahí por la gracia de Dios, mientras que muchas monarquías ya no son tan ingenuas y saben que es un negociete cojonudo. La nueva variante es el fin del negocio para muchas empresas y todo esto ha dejado al descubierto la avaricia de las farmacéuticas y el 'yoísmo' de los países desarrollados: yo, yo, yo. Ocho para mí y ninguna para ti. ¡Qué solidarios somos! Se demuestra que la naturaleza humana es la de siempre: la de unos hijos de puta».