«No he dicho adiós al sexo, pero los tragos largos han muerto»

Encontramos a Mikel Erentxun (Caracas, 1965) de excelente humor de buena mañana tras salir a correr. «Haces un poquito de ejercicio, te duchas, te vistes y, de repente, te sientes mejor. Ya tienes todo el día por delante con la sensación de haber hecho los deberes», promete el músico donostiarra, que vuelve a la carretera con 'Amigos de guardia', un disco en el que hace repaso a 37 años de carrera, desde Duncan Dhu hasta la trilogía gaditana grabada con Paco Loco. El sábado promete gozarlo y hacernos gozar arropado por «una pasada de banda» en una gira que lo traerá a la Sala Acapulco (21 horas / 30 euros) después de presentarse en casa en un concierto al que acudieron sus cinco hijos, de dos relaciones, fans acérrimos.

-Ha dicho que pasar por la UCI en 2013 fue el susto de su vida y que pensó que era el final. ¿Hay un antes y un después?

-Claro. Aquella movida que me dio al corazón fue mi huida hacia lo sano, tanto a nivel mental como físico. Ahora disfruto mucho más de todo, me cuido y llevo una vida más ordenada.

-Además de correr, medita.

-Sí. Solemos hacerlo a la noche, un poco rollo familiar. Cinco o diez minutos, tampoco más, pero es importante.

-¿Fue el adiós al «sexo, drogas y rock and roll» que vivió su esplendor en los ochenta?

-Bueno, al sexo, no (Ríe). Alcohol, poquito. Ahora, solo vino tinto. En alguna comida especial y en los conciertos. De hecho, en los camerinos siempre hay una botellita. Pero los tragos largos ya han muerto. Además, me sientan mal. Me tomo un día un gin-tonic y ¡uf! Luego siempre me arrepiento.

-37 años de carrera. Casi nada. ¿Es el triunfo de la nostalgia?

-Llevo 37 años mirando hacia adelante y tratando de no vivir de rentas ni de recuerdos. Y ahora hago el ejercicio contrario. Pero es un ejercicio de nostalgia bonito. Básicamente, he descubierto que me gusta mi pasado, que creo que voy por el buen camino, y es el momento de celebrarlo. Y, además, me he quitado la espina de la voz, porque había cantado temas que me encantaban, pero mi voz me chirriaba un poco. Y ahora ya las tengo grabadas con mi voz actual, que me gusta mucho más.

-Y, para esa fiesta, se ha rodeado de 24 invitados: Diego Vasallo, Coque Malla, Zahara, Eva Amaral, Bunbury, Calamaro, Leiva, Quique González...

-Eso fue fantástico, porque la idea nació en enero de 2020 y nos cayó el obús del coronavirus en plenos preparativos. Lo bueno fue que, por culpa de la pandemia, todo se retrasó y fue engordando hasta convertirse en un disco doble, una gira mundial, 24 invitados... Recibir tanto cariño y tanta positividad en un momento tan difícil en el que desplazarse era complicado, había que conseguir permisos, pruebas, mascarillas... para mí fue precioso e inolvidable.

-Gijón es la cuarta parada de la gira. ¿Qué augura?

-Efectivamente. Me voy a tierra muy querida, donde tengo amigos, donde se come de lujo y donde siempre es agradable volver. Va a ser una noche caliente porque la gente va a estar de pie, apretada. Para vibrar, cantar y bailar. Lo estamos pasando encima del escenario increíblemente bien y eso se transmite. Es un concierto de grandes éxitos, para disfrutar, muy ganador, porque casi todas son canciones míticas. Con calor humano. Como los de antes.

-¿Tenemos Mikel Erentxun hasta los cien años, uno de sus planes confesables?

-(Ríe) Soy muy culo inquieto y hasta los cien no sé, pero, desde luego, me gustaría seguir muchísimo tiempo más haciendo canciones y conciertos. Y seguir viajando. Solo, con la familia, con amigos... En la vida siempre hay que tener sueños y a mí me quedan tantos que no me va a dar tiempo a cumplirlos todos.

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