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La primera de las cinco representaciones de 'Romeo y Julieta' en el Teatro Campoamor fue muy aplaudida por el público. FOTOS: IVÁN MARTÍNEZ

Visión intimista y apasionada del amor eterno

El Teatro Campoamor ovaciona la delicada representación de 'Romeo y Julieta' de Gounod, segundo título de la Temporada de Ópera de Oviedo

Sábado, 11 de octubre 2025, 02:00

El amor no pasa nunca, escribió San Pablo. Y una historia de amor como la que nos cuenta Shakespeare en 'Romeo y Julieta' posee ... ese fondo de eternidad que se revive en la ópera homónima de Gounod. El compositor francés valoraba esta obra por encima de 'Fausto', hoy más popular. Pero 'Romeo y Julieta' tiene un mayor vuelo sinfónico y vocalmente es más compacta y cerrada.

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En las temporadas ovetenses de ópera, 'Romeo y Julieta' se representó anteriormente dos veces, en la de 1983 y la de 2001, esta última con Ainoa Arteta y Rolando Villazón como protagonistas. Ayer, el Campoamor volvió a emocionarse con esta nueva coproducción de la Ópera de Oviedo y la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera. Como en todos los estrenos, parte del público se dividió entre los que patean y los que aplauden el 'bien llegau', que ya casi forma parte del folklore de la primera función. Lo que sí se aplaudió muchísimo fue a la directora de orquesta, a la directora de escena, al coro y a los cantantes, especialmente a Génesis Moreno, que hizo un gran debut en el Campoamor.

La concepción escénica de Giorgia Guerra –en el mismo teatro, esta joven escenógrafa romana dirigió hace dos años un aplaudido Ernani– juega con dos contrarios. Quietud y movimiento, éxtasis y dinamismo, intemporalidad como sinónimo de eternidad, y detalles concretos que remiten, bien a la época de Shakespeare, bien al otoño veronés de la Edad Media. Entorno escénico atemporal, compuesto de tres paneles que cierran el fondo y un cubículo polivalente y móvil que se hace balcón, capilla, dormitorio y cripta funeraria en el transcurso de la obra. Pero, en contraste, Guerra utiliza elementos concretos y temporales, como los diseños proyectados en los paneles del fondo de arcos ojivales o perspectivas del palacio veronés y, sobre todo, el vestuario rigurosamente de Época Isabelina, diseñado por Lorena Marín.

Esta dualidad también se combina en el movimiento escénico, contrastando los pasajes violentos y tumultuosos, como el duelo entre Teobaldo y Romeo, con la serenidad estática que envuelve el amor de los protagonistas. La escena se enriquece con unas proyecciones de vídeo de estilo expresionista abstracto y, en el acto del balcón, con un simbolismo del color rojo frente al azul –Sporting y Oviedo, Capuletos y Montescos–.

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La directora Audrey San Gil, al frente de Oviedo Filarmonía, llevó la obra con nervio, variados contrastes dinámicos y una pastosidad tímbrica que subraya las acusadas cualidades sinfónicas y realza con claridad las ideas fijas –la primera es el tema del amor, que se escucha al final de la obertura– que recorren la obra. Cada acto posee unas páginas orquestales de carácter programático. Entre los momentos orquestales más inspirados, destacamos el nocturno del acto segundo y, sobre todo, esa riqueza de matices y esa gran capacidad que ha tenido esta joven directora para proyectar una concepción dramática muy continua paralela a la escena.

Hay grandes momentos corales que tienen en la ópera dos funciones. La primera, a la manera del coro griego, explicar y comentar el drama. La segunda, intervenir en él. El Coro Titular de la Ópera de Oviedo (Coro Intermezzo) cumplió con buena versatilidad en ambas. Tanto en la obertura coral inicial, como en las escenas palaciegas, y muy especialmente en el trágico final del tercer acto, con la muerte de Teobaldo; es la escena coral del duelo, cantada por el coro, como si fuese un hermoso réquiem. Saber moverse realza el canto, y así lo hicieron.

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Hay una evolución de la psicología de los personajes principales, especialmente de Julieta, que pasa de la divina adolescencia, plasmada en la aplaudida arieta 'Je veux vivre dans ce rêve', que no guarda mucha relación con el drama, pero refleja una personalidad soñadora y vital, a la trágica aria 'Amour, ranime mon corurage'. Esa evolución la recorre la voz de la soprano Génesis Moreno. Su papel, vocalmente, lo bordó. Inconcluso el primer acto, su voz parecía la de una 'soprano de gracia' por la claridad del timbre. Y a medida que avanza la representación, se va a haciendo más densa y dramática. Fue la cantante que se llevó los mayores bravos en una velada muy aplaudida.

El tenor jerezano Ismael Jordi evolucionó a mejor del primer acto al cuarto. En el segundo, la cavatina 'Ah leve to soleil' estuvo un poco destemplada, no percibiéndose mucho la diferencia de emisión, y con cierta dificultad en homogeneizar el fraseo que esta aria requiere. Sin embargo, en el cuarto acto pudimos ver un Romeo lírico, expresivo y muy centrado.

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David Lagares interpreta con majestuosa gravedad al Padre Lorenzo. Después de Génesis Moreno, fue el cantante más aplaudido. Su voz de bajo barítono le permite unos graves sonoros rotundos y también un control perfecto de las tesituras en todas sus intervenciones.

Olga Syniakova interpreta al personaje del joven paje Esteban. Un papel de travestido –una mezzo que hace el rol de un muchacho adolescente– que tuvo un momento estelar fantástico en la canción de la tórtola, también muy aplaudida por el público.

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Régis Mengus como Mercutio se mueve en escena con agilidad. Su momento estelar es la 'balada de la reina Mab', cantada con agradable timbre de barítono y poética naturalidad.

Del resto del elenco destacamos la voz del tenor 'spinto' Carlos Cosías en el papel de Teobaldo Capuleto, interpretado con fuerza y rabia, como debe ser. Todos los demás cantantes, empezando por Sandra Pastrana como Gertrudis y terminando con Enric Martínez-Castignani como Capuleto, cumplieron su función con sentido dramático y naturalidad.

Este segundo título ha sido un éxito, tanto por una escena en la que la sobriedad puede ser sinónimo de riqueza, como por la excelente dirección musical de Audrey Saint-Gil y, especialmente, por la bellísima voz de Génesis Moreno. Una representación para disfrutar y emocionarse.

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