Vivir en la mejor de las armonías

'La flauta mágica' se representó en las temporadas ovetenses solamente en dos ocasiones. La primera, en 1991, dirigida por Ros Marbá y escénicamente por Emilio Sagi, sobre una escenografía de Jesús Ruiz Moreno premiada en el Primer Concurso Nacional de Escenografía Ciudad de Oviedo. La segunda, en 2011, con una representación ingenua y un tanto canalla. Diez años después, vuelve al Campoamor los días 8, 10, 12, 14, 15 y 16 de octubre, a las 19.30, a excepción de la representación del domingo día 10, que comenzará a las 19 horas, la última ópera de Mozart. Lucas Macías dirigirá a Oviedo Filarmonía y el Coro Titular de la Ópera de Oviedo (Coro Intermezzo), en una representación ideada escénicamente por Albert Estany. Estará protagonizada por el tenor tinerfeño Airam Hernández, como Tamino, Serena Sáenz cantará el rol de La Reina de la Noche, el barítono Manel Esteve interpretará a Papageno, la soprano Jaqueline Livieri representará a Pamina, el bajo Reinhard Hagen a Sarastro, Sofía Esparza a Papagena y Antonio Lozano como Monostatos. Luis López (Orador), Carlos Carzoglio (primer sacerdote), Emilio Sánchez (segundo sacerdote), María Miró (primera dama), Serena Pérez (segunda dama), Marina Pardo (tercera dama), Janeth Zúñiga (primer muchacho), Sandrine Mairesse (segundo muchacho) y María Heres (tercer muchacho) completan el elenco. La función fuera de abono del Viernes día 15 estará interpretada por Antoni Literes (Tamino), David Sánchez (Sarastro), Mar Morán (Reina de la Noche), Belén Roig (Pamina) y Carles Pachón (Papageno).

La 'Flauta Mágica' se estrenó el 30 de septiembre de 1791, tres meses antes de la muerte de Mozart. En el extraño libreto de Schikaneder, se esconden determinados enigmas relacionados con la masonería que han suscitado diferentes interpretaciones de la obra. No hay personaje ni detalle de esta obra que posea un trasfondo alegórico. El combate entre el oscurantismo y la luz simboliza la oposición entre la ilustración y las supersticiones del Antiguo Régimen. La transformación del ser humano por medio de una especie de viaje iniciático se relaciona directamente con la francmasonería.

Junto a estas ideas, hay una intención clara en Mozart de divertir y entretener, introduciendo al espectador en un mundo fabuloso embellecido por la música. Para ello, Mozart elige como forma musical no la ópera seria, sino el 'singspiel' cómico en el que, como en nuestra zarzuela, se alternan partes habladas y cantadas. El gran mérito de 'La flauta mágica' no está en el argumento inverosímil, sino en el envoltorio musical que proyecta ideas como la fraternidad universal, con cantos corales que recuerdan a los himnos de la Revolución Francesa, y el anhelo de perfección humana.

En la variedad variedad estilística, Mozart combinan la ópera seria -Reina de la Noche-, con la nobleza de las reformas de Gluck -el mundo de Sarastro-; la ópera cómica y la canción folclórica -Papageno, con la polifonía barroca-, final del segundo acto, fuga de la obertura, y el prerromántico. Todo ello fundido en una musicalidad verdaderamente mágica.