De vuelta al plató de cine de 1981
Tal día como hoy hace 40 años comenzaba en Gijón el rodaje de 'Volver a empezar', la película de Garci que llevó a Hollywood la luz del norte
El 17 de octubre de 1981 comenzó todo. La ciudad de Gijón daba la bienvenida al rodaje de una película que -con 40 millones de ... pesetas de presupuesto- la iba retratar con una luz mágica, con tonos meláncolicos, la iba a hacer viajar por pantallas de toda España y medio mundo como el escenario de una historia de amor parada y retomada en el tiempo, conmovedora y triste. Ese día, en el paseo de Begoña, a Antonio Ferrandis -que este año hubiera cumplido cien años- le reclamaban autógrafos de manera insistente quienes veían cómo la maquinaria del cine se hacía fuerte en un lugar tan poco habituado entonces a ser plató. Aquel día José Luis Garci comenzaba a captar algo más que imágenes y diálogos, algo que no estaba en el guion pero que era imprescindible para esa historia: la luz, esa iluminación natural de este norte que debía contribuir a un recorrido visual y sentimental que si entonces era pura nostalgia hoy es directamente un viaje por el pasado de una ciudad que es otra.
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Huía Garci entonces de la oscuridad de filmes previos, pero tampoco quería una luz intensa para 'Volver a empezar'. Su objetivo, ya lo decía entonces, estaba claro: «Quería trasladar fundamentalmente una historia de amor, no solo el de un hombre y una mujer, sino también el amor a unos amigos, a un paisaje, y, sobre todo, a la vida. Esta es una película que evita todo tipo de morbosidad y sofisticación, serena y tranquila, para que el espectador la vea con una sensación de bienestar. Una historia para recuperar el encanto supremo, la fe en el ser humano y en la vida», dejó dicho el cineasta madrileño de origen asturiano, que halló en la tierra de su padre el lugar al que debía regresar en busca de todos esos amores Antonio Albajara, con su Nobel de Literatura bajo el brazo. La película se dedicó entonces a aquellos que fueron jóvenes en los años treinta y que, pese a no tener una vida complaciente tras vivir una guerra y su pertinente y persistente posguerra, seguían «llenos de amor, de esperanza, de coraje, de ternura y de fe en la vida». Son valores necesarios para volver a empezar, o 'Begin the beguine', pues tomó el título de la mítica canción de Cole Porter para ser en pantalla «vitalidad y esperanza». Y esa música y la del compositor barroco alemán Johann Pachelbel contribuyeron enormemente a caminar esos terrenos siempre conmovedores que brinda el séptimo arte.
En 1981 el famoso escritor Antonio Miguel Albajara llega a su ciudad natal tras recibir el Nobel y después de pasar más de 40 años como profesor de Literatura Medieval en la Universidad de Berkeley, en California. De esa noticia ficticia también dio cuenta EL COMERCIO, que imprimió para utilizar en el filme una portada que informaba 'ad hoc'. Luego, en su edición diaria y real, relató el devenir del rodaje, del estreno al año siguiente en la ciudad, de la llegada de la cinta a Hollywood y de aquel Oscar que en 1983 reveló a un nerviosísimo Garci de esmoquin blanco (chaqueta de El Corte Inglés comprada un par de días antes de irse a Los Ángeles y pajarita prestada) que trataba de ser un homenaje a Humphrey Bogart y generó disparidad de opiniones.
Pero aquel 17 de octubre la indumentaria de Garci era otra y la noticia la contaba en estas páginas Francisco Pañeda de la siguiente manera: «El horizonte clarea ligeramente, aumenta algo la luz. Ferrandis vuelve a su posición de partida, mientras se hace lo posible para que el piño de espectadores no se meta en el cuadro y para que los transeúntes no miren a la cámara. Ferrandis comienza a evolucionar, pero hay que cortar de inmediato: tras el actor, un ciudadano se ha quedado mirando la escena muy sonriente y orgulloso de su estampa». Ese día no estaba en el set Encarna Paso, que daba vida a Elena. Ella llegaría después. Y con ellos, con la pareja protagonista y su historia de amor, los magníficos Agustín González y José Bódalo. Ninguno de los cuatro puede ya recordar aquel otoño en Gijón. Ni tampoco puede hacerlo Gil Parrondo, el también oscarizado director artístico asturiano que guio la aventura de Garci.
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Aquella crónica del primer día ya avanzaba lo que estaba por llegar y que permanece aún en la memoria de varias generaciones: el rodaje en El Molinón en un partido entre el Sporting y el Atlético de Madrid, con Manuel Vega-Arango y Alfonso Cabeza -con gigantesco puro en la boca- en el palco y las dos pasiones futbolísticas de Garci en el césped con ese mágico color verde que supo captar la cinta para deleite de su director. Claudio, Redondo, Maceda, Jiménez, Uría, Joaquín, Andrés, Mesa, Pedro, Gomes (que marcó dos goles) y Abel compusieron la alineación inicial de un Sporting que ganó 3-2.
«Yo recuerdo que fuimos a Gijón, nos trató maravillosamente todo el mundo. Por ejemplo, EL COMERCIO. Le pedimos a Carantoña que hiciese una portada para la película y luego tuve una gran amistad con él. Igual en el Sporting, con José Manuel, que era el gerente, con Manolo Vega-Arango. Gracias ellos se pudo sentar a la directiva con los actores en el palco. Todo fueron facilidades y así las cosas son más cómodas y salen mejor. Era una ciudad en la que rodar era agradable. Y para mí fue recuperar parte de mi adolescencia y de mi infancia que había pasado allí, en otro Gijón», ha dejado dicho José Luis Garci.
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El rodaje atravesó la ciudad de cabo a rabo, de la calle Corrida al Muro de San Lorenzo, pero en realidad toda Asturias fue también plató en lugares como Cudillero, Covadonga o el Puente Romano de Cangas de Onís. Pero si hubo un lugar donde se recuerdan especialmente aquellos días es en el Hotel Asturias. Allí se alojaba el Nobel y equipo de rodaje y allí los periodistas de la época hicieron de periodistas para interrogar al escritor de vuelta a casa. Uno de aquellos improvisados extras fue nuestro compañero ya jubilado Marcelino González. Así lo recuerda: «Egoístamente, conservo con especial cariño la sensación de aquel día de rodaje en el vestíbulo del Hotel Asturias en el que un grupo de compañeros hicimos nuestros pinitos ante las cámaras al ser aceptados como figurantes para representar solamente lo que éramos, periodistas. El objeto de deseo en la ficción era lograr las primeras declaraciones del hijo pródigo, aureolado con el galardón de Literatura de la Academia sueca. El escenario era reducido y los nervios estaban a flor de piel».
Casualidades de la vida. 'Verano azul' llegó a la pantalla única de TVE el 11 de octubre de aquel mismo año. Y eso también habría de condicionar las cosas: «Recuerdo que la segunda semana de rodaje se había emitido el primer episodio de 'Verano azul' y todos los niños de todos los colegios de Gijón y alrededores se enteraron de dónde estábamos, en el Hotel Asturias, y gritaban 'Chanquete, Chanquete...', hasta el punto de que tuvimos que pedir ayuda a la Policía municipal para que mantuviera a la chavalería. Aprovechábamos para rodar las horas de clase. Antonio pasó a ser el tipo más famoso de España», relataba Garci. Poco después, la muerte de Chanquete se convirtió en memoria audiovisual de España, como lo son también 'Volver a empezar' y el esmoquin blanco de Garci en el Dorothy Chandler Pavilion un 12 de abril de 1983.
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