«Fue emocionante recoger el fruto de tanto esfuerzo y equilibrio personal»
Nicolás de las Heras. Atleta ·
«Me creí lo que podía conseguir a partir de la medianoche del sábado, pero no puedes cantar victoria, te puede dar el sueño o quedarte clavado»Nicolás de las Heras (59 años), atleta del Bikila Asturias Atlética, era ayer lunes un hombre feliz, y a la vez muy cansado. Sin apenas ... tiempo para reponerse de la dura carrera de 48 horas con la que conquistó el fin de semana la plata en categoría absoluta y el oro en Máster 55 del Mundial de la especialidad atlética, tocaba un largo viaje en tren hasta Budapest para coger un avión con destino a Avilés. Y hoy, a trabajar a las 9 de la mañana en la farmacia de Grado que gestiona junto a su hermana.
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–¿Le quedan fuerzas para volver a casa?
–Terminamos la carrera y dormimos una siesta, pero era imposible. No me dolían las piernas, pero los tendones es lo que más duele, chirriaban. Al final dormí seis horas en tandas de dos horas, porque cuesta mucho dormirse.
–¿Esperaba un éxito así en un Mundial?
–La verdad es que fue increíble. Nunca había participado en una carrera de 48 horas, pero sí había hecho 24 horas. El récord en 24 horas eran 357 kilómetros que había hecho en el Camino Primitivo de Santiago contra el cáncer, eran dos días y tuve buenas sensaciones, y me apunté al Mundial a ver si superaba los 357 kilómetros en categoría absoluta. El récord de Máster 55 estaba en 425, una marca de nivel excepcional. Yo tengo el de 12 y 24 horas, pero el más difícil era este. Iba etapa a etapa, no pensaba en las 48 horas. Cuando vino un amigo a mi altura y dijo: «Vamos a correr que hay que ir a por 440 kilómetros», apretamos en las últimas horas. Es más que un sueño haber hecho 441 kilómetros y 343 metros, que aquí se cuenta todo, y tener el mejor tiempo Máster del mundo en mi categoría y el récord absoluto de España. Además, es la tercera mejor marca de la historia en 48 horas.
–¿Se le hizo muy largo?
–Llevaba de asistencia a un amigo, también de Avilés, Iván Gantes, del equipo del Grupo de Montaña Ensidesa, que corremos juntos carreras de montaña. Es la clave, porque tengo al mejor asistente. Es un amigo y sabe muchísimo. Es él el que dirige, sabe cómo vas..., porque es complicado, sin dormir, necesito a alguien con la cabeza pensante, que me me iba diciendo cuándo parar, comer o beber.
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–Desde el mediodía del viernes al mediodía del domingo...
–Sí, además no dormí nada las dos noches, era un reto también para mí afrontar después de un día corriendo y pasar la noche sin dormir, cómo sigues en ritmo el segundo día y la segunda noche, que no son 8 kilómetros la hora, pero son 9. Uno mismo se queda sorprendido de la capacidad del cuerpo humano.
–¿Qué le decía su asistente?
–Me iba dando 'premios' cada hora. Al principio corría menos, pero cuando llevaba 14 ó 18 horas, si hacía los kilómetros que me decía a la hora y me sobraban tres o cuatro minutos, me sentaba dos minutos a tomar un gel, charlar, o en otros momentos me daba un pequeño masaje. Íbamos gestionando pequeños premios cada hora. También me ayudó a valorar momentos críticos, cuando tienes dudas, a mantener la calma y gestionar. Es lo bonito de estas pruebas, el que gana no es el que más corre, es el que mejor gestiona estas pequeñas cosas. Superarse en esos momentos es una guerra más mental.
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–¿Cuándo se dio cuenta de que podía lograr esa marca?
–Me di cuenta cuando pasé un día, el sábado al mediodía hacía bastante calor y fui avanzando. Hacia las cinco o seis de la tarde, en la hora 30 ó 32, empezó la segunda noche y ahí tuve pequeños problemas de estómago y en las piernas. A las 12 de la noche vi que iba otra vez fluido y hasta el final iba hasta cómodo, disfrutando. Me lo creí a partir de las 11 ó 12 de la noche pero no puedes cantar victoria, te puede dar el sueño o quedar clavado.
–¿Tuvo ansiedad al ver que lo tenía tan cerca?
–No, al revés. Cuando quedaban cuatro horas iba tercero, y mi objetivo eran esos 425 kilómetros, que era más que un sueño, pero fue cuando vino Javier Bernabéu y me dijo: «Nico, vamos a por 440 kilómetros». Y nos pusimos a correr bastante rápido, a 9 kilómetros ó 9 y medio la hora. Y entonces al revés, ahí apretamos y sabía que luego iba a pasar lo peor. Estábamos disfrutando de lo que estábamos haciendo, y es verdad que cuando quedaban 25 minutos o media hora se me caían las piernas, pero íbamos avanzando igual.
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–Y en la meta, explosión de alegría, ¿no?
–Había muchísimas personas, fue algo más que un sueño, las felicitaciones de todo el mundo en carrera, la gente valora mucho aquí las categorías. Yo, aunque pensaba en el Máster, miraba sobre todo al absoluto, quedar segundo. Aquí la gente valora la edad, el respeto. Me sentí muy halagado, animado y aplaudido. Fue emocionante recoger el fruto de mucho esfuerzo, trabajo, entreno, y equilibrio con la familia y el trabajo.
–¿Estaba en contacto con la familia?
–Desconecté el teléfono hasta el final de la carrera. Me seguían por Iván y les iba pasando información a la familia y a grupos de ultrafondo que hay en España. La familia también me enviaba vídeos de ánimo o mensajes, y eso ayuda, es un subidón.
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–¿Es su mayor éxito?
–Creo que sí. Haber sido con España terceros en el Europeo de Verona de 24 horas es más oficial y muy bonito, pero esta carrera de 48 horas, hacer esos kilómetros, es incomparable.
–¿Descansará en verano?
–Tenemos el reto solidario del Camino del Salvador para 'Rober contra el cáncer' para conseguir fondos para becas de investigación contra el cáncer. Lo haremos el 5 de julio, y nos centraremos en eso, en conseguir los máximos apoyos posibles.
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–¿Cuánto tardará en volver a correr?
–Ahora mismo no sé si podría. No creo que tarde mucho, el miércoles o jueves me pondré las zapatillas. Al final, si no llego a apurar las últimas horas, hubiese llegado más entero.
–Al menos se dará un buen homenaje a la mesa.
–Me apetece un pote de berzas o una buena fabada, y quedé con los amigos el jueves para comer cachopo. Como de todo, pero con sentido común, y siempre tienes ese premio especial para las grandes ocasiones.
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