Judit Romano: «Cuando empecé era la única chica en el comité de árbitros, ahora hay cientos»
Romano recibe la insignia de oro del CTA asturiano: «Te haces hueco en un mundo masculinizado cuando no piensas que eres diferente»
Cuando Judit Romano (Porrúa, 1982) acudió por primera vez al Comité Técnico de Árbitros de Asturias interesándose por formar parte de este colectivo ... era difícil para ella imaginar que, casi 24 años después, iba a volver a pisar el mismo recinto para recibir su insignia de oro, reconocimiento a una carrera de éxitos que tiene como último hito su ascenso a Primera División. Aquella joven de 18 años que estaba a punto de iniciar su carrera de Medicina abrió un camino ahora transitado por muchas otras, pero entonces prácticamente inédito para las mujeres. «Cuando empecé era la única chica que se presentaba al Comité Técnico de Árbitros de Asturias. Ahora hay cientos trabajando en España y en el mundo y con muchísimo potencial», afirmó en una entrevista emitida ayer en el acto de entrega de los Galardones del Arbitraje Asturiano celebrado en la sede de la Federación Asturiana de Fútbol.
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La suya ha sido una carrera «de fondo» en la que decidió no renunciar nunca a nada. Acabó sus estudios de Medicina, el MIR, la especialización y también dio pasos de gigante en el ámbito del fútbol hasta convertirse en un referente. Las diez pasadas temporadas las pasó en Segunda División, ejerciendo como árbitra asistente, el mismo papel que juega ahora en la máxima categoría. Veterana ya en el arbitraje, todo apuntaba a que el salto a la élite ya no iba a llegar. «Una es realista y dice, vamos a ver, son diez años en Segunda, disfrútalos, sé feliz y ha llegado el final. Pero una parte de mí siempre mantenía ese sueño y esa ilusión de llegar a Primera División». Y el sueño se hizo realidad. Un recuerdo, el de su debut, que ocupa un lugar destacado de su memoria junto a «muchos pequeños momentos que compartí con muchos compañeros que se quedan en el corazón para siempre».
Cinturón negro de kárate, otro epígrafe que añadir a su currículo, Judit Romano ha tenido tiempo para casi todo. Una única renuncia, temporal, se anota en una trayectoria marcada por la constancia, el esfuerzo y el talento: la de la escarapela de internacional, ya recuperada. Arbitrando en Segunda, con un bebé de diez meses y el compromiso de trabajar en un quirófano, no pudo pedir una excedencia en el hospital. «Compaginar la Segunda con la medicina profesional no era nada sencillo. Una cirugía no se puede cancelar de un día para otro porque he tenido una designación». A los problemas existentes se unió además la petición de que arbitrase partidos femeninos en los fines de semana que no tenía designaciones para los masculinos. «Fue imposible compaginarlo».
«Una parte de mí siempre mantenía ese sueño y esa ilusión de llegar a Primera División»
Con la escarapela FIFA de nuevo en su uniforme afrontó la segunda vuelta de la pasada campaña. Para la presente, la noticia de su ascenso, que abrocha un año redondo. «Estoy acostumbrada a trabajar a largo plazo».
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En el reconocimiento de ayer se juntan muchas aristas. El mérito profesional es indudable, pero también lo es el marcado carácter pionero de su historia, abriéndose camino en un mundo dominado por los hombres. La clave para conseguirlo la dio ella misma en la entrevista emitida en la gala. «Te haces hueco en un mundo masculinizado cuando no piensas que eres diferente, cuando no hablamos de hombres y mujeres, sino se personas, en este caso árbitros. Con querer hacer lo mismo y tener la cabeza clara no habría ningún problema para meterse en cualquier mundo».
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