Fútbol en verano y a puerta cerrada

El azote del coronavirus mantiene al fútbol profesional español congelado y en una revisión constante, obligado a actualizarse cada semana. En ese contexto, los dirigentes de los clubes de Primera y Segunda División, incluidos el Sporting y el Oviedo, mantuvieron ayer un encuentro telemático con Javier Tebas, presidente de la Liga. Durante el mismo, que se extendió hasta las cinco horas, la mayoría coincidió en que, teniendo en cuenta el indescifrable horizonte, el tramo final del calendario tendrá que disputarse -si se disputa- en verano y a puerta cerrada. La opinión más moderada apuntaba ya al mes de junio. Esa fue la previsión que manifestaron los clubes, que, salvo por algún caso aislado y partidario de declarar como nula la actual temporada, insistieron una vez más en que hay que acabar el curso.

El descalabro económico, en caso contrario, sería importante para todos, con la pérdida del último tramo de ingresos correspondientes a la publicidad, taquillas, venta de artículos y, sobre todo, de la televisión, que representa un porcentaje mayoritario en el presupuesto de muchos equipos. Por otro lado, si la temporada se llevase al verano, tendría que ser con el beneplácito de la FIFA, que estudia desde hace tiempo fórmulas para la concesión de una moratoria para la duración de los contratos y cesiones de los jugadores. Otra parte sustancial en este puzzle. Por lo demás, hay tres escenarios ahora mismo en el fútbol español. El más optimista, también más complejo, apunta a volver a mediados del mes de mayo. El más pesimista, a partir de julio. Entre medias se sitúa junio, que se ve con mayor realismo. En la Liga consideran que el calendario entra ahora en dos semanas cruciales para afinar esta previsión.

Tebas abrió la jornada dialogando con los equipos de Primera y luego pasó a intercambiar impresiones con los de Segunda División. El presidente de la Liga repasó con todos sus asociados el resbaladizo terreno económico que atraviesan con el parón de la competición, valorando al mismo tiempo posibles medidas laborales a adoptar, conforme a los decretos, como los ERTES que algunos clubes ya están aplicando a su estructura. También, como oficializó ayer la plantilla del Barcelona, la posibilidad de llegar a acuerdos con los jugadores para reducir masa salarial.

Aunque la opinión de que se deberían disputar las jornadas que faltan para el final en las dos categorías volvió a ser prácticamente unánime, también se barajaron posibles escenarios económicos que se podrían dar si no se terminan las competiciones, con pérdidas importantes. Esto llevaría al fútbol a una severa reconstrucción a partir del próximo curso.

Hace ya algo más de una semana, la Liga de Fútbol Profesional adelantó a los clubes el dinero que les correspondería por la retransmisión televisiva hasta el próximo 30 de mayo. No obstante, si la competición no se reanuda, tendrían que devolverlo. De ahí que todos los equipos se muevan estas semanas con pies de plomo, asumiendo que esta partida económica no puede condicionar la aplicación o el estudio de ciertas medidas laborales o de reajustes en plantilla. La mayoría de los clubes van de la mano en esta situación, aunque cada uno tiene su realidad. En el caso de los dos representantes asturianos, tanto Sporting, como Oviedo, no tienen previsto a corto plazo reajustes, confiando en la normalización de la situación.

Javier Tebas, que está multiplicando sus movimientos estos días, también dio cuenta a los clubes durante la cumbre del contenido de las conversaciones mantenidas con la UEFA y la AFE (el sindicato de jugadores), con la que ha activado en las últimas semanas una especie de protocolo encaminado a garantizar la salud de los futbolistas en la vuelta a los entrenamientos. Con la Federación, por otra parte, aunque se mantiene la tirantez de las relaciones entre Tebas y Luis Rubiales, se ha alcanzado un inusual punto de acuerdo. En su última intervención, Rubiales también mostró su opinión rotunda a que la temporada 2019-2020 debe reanudarse, disputando todos los partidos que faltan. Eso cuando el Gobierno determine que la situación está bajo control y que ya no hay riesgo.