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Carreño, a su llegada al aeropuerto de El Prat, donde fue recibido por su hermana Lucía, su novia Claudia y sus padres, Alfonso y Toña. LOF

Pablo Carreño: «Tenía muchas ganas de llegar a España y poder compartir esto con todos»

Carreño ya disfruta de la medalla junto a su familia, que se desplazó para recibirle hasta Barcelona, donde inició su despegue al Olimpo

IVÁN ÁLVAREZ

GIJÓN.

Martes, 3 de agosto 2021, 01:12

Con la sonrisa instalada en su rostro desde que firmó una histórica página para el tenis español con su victoria sobre Novak Djokovic, Pablo Carreño sigue paladeando su hazaña en Japón. Avanzada la tarde de ayer aterrizó su vuelo procedente de Zurich. Impacientes ante su bajada del avión aguardaban sus padres, Alfonso y Toña, que emprendieron viaje por carretera junto a su hermana Lucía y su novia Claudia, asesora fiscal en la Ciudad Condal, donde despegó una carrera profesional que ha llevado al gijonés al Olimpo.

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La familia del último medallista del Principado había decidido desplazarse para que el mejor tenista asturiano de la historia pudiese encontrar un poco de tregua y evitarle más horas de vuelo que incrementasen su fatiga. Con el anhelo de celebrar junto a él su hito y no demorar ese reencuentro, conocían bien el extenuante esfuerzo realizado durante las últimas semanas, en las que luchó haciendo frente a las agotadoras condiciones meteorológicas de Tokio por atrapar el objetivo con el que llegó a Japón.

Carreño muestra la medalla a su hermana Lucía nada más aterrizar en el aeropuerto del Prat. lof

«Tenía muchas ganas de venir y poder compartir esto con todos», afirmó el gijonés en declaraciones a TVE recién aterrizado. Su presea es el triunfo de la constancia, los años de sacrificios de Pablo distanciado de su familia, a la que tantas veces añoró durante los fines de semana en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, mientras sus compañeros de generación volvían a casa aprovechando la cercanía de sus hogares cuando no había competiciones. El flamante medallista olímpico perseveró y se abrió camino en un deporte al que se aficionó tras su hermana Lucía, que ahora sigue los pasos de su padre Alfonso en la arquitectura. En la rama sanitaria también siguen con entusiasmo cada año el circuito ATP por su madre Toña y su tío José Antonio, apasionado de la raqueta y habitualmente pegado al televisor para vibrar con los encuentros de su sobrino.

El último ya será para todos imborrable. Por la magnitud del adversario al que derrotó el tenista forjado en el Grupo Covadonga y porque le otorgó una medalla con sabor a título, como reconoció radiante horas después de colgársela por primera vez. Esa sonrisa tras la mascarilla culminó un largo camino iniciado en el Grupo Covadonga y el final de una montaña rusa de emociones. De la esperanza tras la victoria sobre Medvedev, a la desazón de la derrota frente a Khachanov y el estallido de júbilo gracias a la gesta frente a Djokovic.

Ahora ya saborea la medalla rodeado de los suyos, los que siempre han tenido una palabra de afecto para impulsar su prolífica carrera. «Ha costado, estoy muy contento de poder tener la medalla, es un sueño», afirmó en el aeropuerto, con la esperanza de que «lleguen más». «Queda mucho por hacer», apostilló inconformista. Con un viaje pendiente a Gijón, ahora repondrá fuerzas antes de poner rumbo a Estados Unidos. Allí ya se quedó en dos ocasiones a las puertas de la gloria conquistada en Japón.

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