¿Quieres despedir a tu mascota? Puedes hacerlo en el nuevo canal de EL COMERCIO
Icíar Álvarez Rodríguez, en el laboratorio de Criminalística de la Comandancia de Oviedo. Pablo Lorenzana

«Contra la ciencia no caben opiniones»

Icíar Álvarez se ha convertido en una referencia de la investigación criminal en Asturias y del papel de la mujer en la Guardia Civil. Ha participado en investigaciones como la de los crímenes del niño Gabriel, Diana Quer o el triturador de Majadahonda y anima a las mujeres a sumarse a la Benemérita

Olaya Suárez

Gijón

Lunes, 6 de marzo 2023

Participó en investigaciones tan complejas y relevantes como la del asesinato del niño Gabriel en Almería, la de Diana Quer en A Pobla do Caramiñal, el triple homicidio de Pioz (un joven que asesinó a sus tíos y a sus dos primos) o el del descuartizador de Majadahonda, Bruno Hernández, quien mató a su tía y a otra mujer y las trituró en una picadora de carne. Icíar Álvarez Rodríguez fue la agente de la Guardia Civil que localizó un pequeño rastro biológico de una de las víctimas en aquella máquina que había sido limpiada a conciencia. La paciencia, la minuciosidad y el conocimiento conforman el cóctel necesario para trabajar en el CSI de la Guardia Civil.

Publicidad

Icíar está destinada en el laboratorio de Criminalística, ahora en la Comandancia de Oviedo, y durante cinco años, en el departamento de Biología del Laboratorio Central en Madrid. Esta belmontina llegó a la Benemérita hace 16 años. «No tenía a ningún guardia en la familia. Mis padres tienen una carnicería en Belmonte de Miranda, pero a mí ya de joven me empezó a entrar curiosidad por opositar y una vez dentro ya comprobé que esto era decididamente lo mío...». Y hasta hoy.

A pocos días de la celebración del 8-M, esta madre de un niño de dos años y medio que se encuentra en lo más alto de su carrera profesional, anima a todas las mujeres a ingresar en la Benemérita: «La Guardia Civil es una institución en las que hay muchísimas posibilidades de desarrollarse profesionalmente y en la que puedes trabajar aportando a la investigación tus conocimientos, ya seas biólogo, ingeniero, psicólogo, buzo, informático…. Hay muchas salidas», explica. «Se cuida mucho el aspecto de la conciliación, yo tengo todas las facilidades, dentro de que se trata de una profesión con mucha implicación, puedo compatibilizar la maternidad y mi desarrollo profesional, solo puede tener buenas palabras porque además trabajo con un equipo muy humano», añade.

En la primera imagen, búsqueda de huellas mediante una potente luz tras la aplicación de sustancias reveladoras. Debajo, recogida de perfiles de ADN en un cuchillo y colocación testigos para marcar una huella.

Su primer destino fue Gerona y de allí pasó a un grupo de seguimientos de Barcelona. «Era un trabajo muy dinámico en el que aprendí muchísimo, fueron años de curtirse, de aprender y también de trabajar muchísimo. Un día estabas en Barcelona y esa misma tarde tenías que hacer un seguimiento a un sospechoso hasta la otra punta de España», relata. «Fue una época muy buena, era joven y la dedicación era casi absoluta», abunda. Ahora también, pero «las labores son distintas y contamos con una planificación que más o menos se sigue, a no ser que pase algo grave, que entonces estamos todos ahí, en el laboratorio y en la escena del delito».

Por grave se refiere, por ejemplo, al reciente crimen de Trevías, donde los tres componentes del laboratorio de Criminalística de la Comandancia de Oviedo levantaron sus días de descanso para trabajar. Saben que la recogida de pruebas biológicas y huellas «es crucial para una investigación; un informe es una prueba indubitada a la hora de presentar ante el juez, la ciencia es ciencia y contra eso no valen opiniones». Su trabajo se centra en la recogida de huellas y de muestras biológicas de objetos y también de cuerpos. Trabajan como apoyo de la Policía Judicial. Asisten a las autopsias que realizan los médicos forenses –«para aportar una visión policial»– y son los encargados de cotejar las huellas en el escenario de un crimen o un de un robo, entre otros muchos delitos. Cuando reciben a EL COMERCIO, en el laboratorio se encuentran, ordenados y clasificados, todos los vestigios que puedan resultar de interés respecto a la investigación de la muerte violenta de Rubén de la Calle, ocurrida en Valdés hace una semana y por la que hay un detenido en prisión provisional.

Publicidad

Escenario del crimen

En su espacio de trabajo se acumulan también cuchillos, puertas de cajas fuertes, extintores... Buscan restos de sangre, tejidos, fibras, pelo, sudor, huellas... «Lo que podemos traer al laboratorio nos los traemos para analizarlo, en otros casos tenemos que desplazarnos para hacer la inspección ocular», explica. Se busca con sustancias químicas y con la ayuda de pinceles. Una vez que sale una huella o parte de ella, se fotografía y se introduce manualmente con el análisis de puntos de coincidencia en la base de datos Said, un archivo nacional de impresiones dactilares donde se graban las huellas latentes recogidas, así como las dactilares de los detenidos reseñados. Las huellas quedan archivadas a la espera de poder hacer un cotejo con alguien 'fichado' en esa base de datos. Las coincidencias pueden ser instantáneas o no producirse hasta pasado tiempo, cuando ingrese un nuevo perfil.

Icíar Álvarez en una casa incendiada en Oyanco (Mieres).

«El del criminalística es un trabajo muy gratificante, sobre todo cuando contribuyes a esclarecer investigaciones complicadas. Es un trabajo técnico, sí, pero la parte humana es imprescindible a la hora de aplicar esa técnica», apunta la guardia civil, que considera que a sus 39 años, y después de uno destinada en el laboratorio de Oviedo ha encontrado su lugar definitivo: «Ni es mis mejores sueños habría pensado poder trabajar en Criminilística en Asturias, no puedo pedir más, estar en casa y en lo que es mi pasión».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

1 año por solo 16€

Publicidad