El tirón de orejas de Lucía Freitas a sus compañeros cocineros por el machismo
La chef con estrella Michelin reivindica un cambio que impulsa desde su negocio
el comercio
Oviedo
Jueves, 11 de agosto 2022, 02:13
Lucía Freitas se presentó al concurso Cocinero del año «para cerrar bocas». Estaba «harta» de que el mundo creyera que solo se encargaba de la partida de pastelería, cuando era el «alma» del negocio. Quedó segunda. En su restaurante lucen ahora una estrella Michelin y dos soles Repsol.
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La chef ha reflexionado, en una entrevista en cadena Ser, sobre el papel de la mujer en la alta cocina y lanzado un dardo a sus compañeros: «Da igual que digan que aprendieron todo de sus madres si luego no contratan mujeres en sus restaurantes«. En A Tafona, su espacio ubicado en Santiago de Compostela, casi solo trabajan mujeres. Son su «ejército de guerrilleiras».
Por «ignorancia y por machismo«, lamenta, al sexo femenino se le infravalora entre fogones profesionales. »Cuando llegas de prácticas a un restaurante siempre te mandan al cuarto frío. A las mujeres se nos presupone que tenemos inseguridades, que nos da miedo enfrentarnos al pase caliente», explica.
Lucía Freitas cree que los cocineros tienen «pánico al tema del género«. Por eso ha optado por cambiar el diapasón en su propio negocio. «Tiene que haber mujeres seguras. Mi papel es darles un sitio. Así, dentro de unos años habrá muchas más mujeres dispuestas a cumplir sus sueños», reivindica.
Las cosas cambiarán y ya se ha emprendido un camino «de no retorno» vinculado a la necesaria reducción de las jornadas maratonianas en cocina. Así continúa su reflexión: «Algunos empresarios piensan que, a determinada edad, la mujer no podrá trabajar 16 horas. Pero el error no es que sean hombres o mujeres, sino esas 16 horas. En cuanto haya horarios coherentes, la balanza se va a equilibrar». La pandemia ha contribuido a que ocurra porque los hombres que se quedaron en casa descubrieron que «también quieren criar a sus hijos».
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Una chef que apenas puede comer
Lucía Freitas cocina exquisiteces para otros pero no puede apenas probar sus platos porque padece varias dolencias, lo que le ha generado, además de frustración, problemas laborales. Sufre sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado, conocido como SIBO, déficit de DAO (histaminosis) y alergia al anisakis. Además, es intolerante a la fructosa así que no debería ingerir tampoco vegetales, que le encanta cocinar.
«Mi cuerpo no tolera las mezclas y al principio era muy frustrante porque me dijeron que tenía que dejar de probar cosas en el restaurante. ¡Llegaba a casa llorando de impotencia!», ha confesado en antena. Comenzaron a devolverle platos en el restaurante. Alguno estaba demasiado soso, otro demasiado salado.
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Así que desoyó el consejo y optó «por seguir probando, solo que en dosis muy pequeñas«. Mientras tanto, se alimenta prácticamente pollo a la plancha. «Echo de menos comer con mi equipo. Pero si tomo cosas que no debo, hay consecuencias. Puede sentarme mal y al día siguiente es como si me hubiera tomado 4 o 5 gintonics. Dices: '¿Qué me pasa? Me duelen hasta las ojeras'... ¡Y yo era pura vitalidad!», reflexiona.
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