El trasgu fartón

El nombre y el logotipo resultan simpáticos y convincentes, por lo de trasgu, que listo y travieso comía siempre lo mejor de las alacenas y los ahumaderos, y por lo de fartón, pues el día de visita elegido, después de los rituales regalos de Reyes de casa en casa, el cuerpo pedía una sobresatisfacción. El menú anticrisis sonaba bien pastel de cabracho, ensalada, cachopo fartón, postre y rioja y desbordó las expectativas con casi cuarenta centímetros de xatu tierno, jamón serrano, queso cremoso, espárragos, pimientos y patatas fritas.

El de cecina y cabrales, o la carne a la piedra son alternativas para otro día, que con uno comen dos famientos, y si además hay que esperar, entre culín y culín picas de aquí y de allá, o te atenúan las esperas con patatines y salsa picantuela, que Jessica y Dani no permiten estómagos vacíos desde el mismo momento que se cruza el umbral de su chigre, largo de barra y justo de comedor para una buena atención.

También sirven muchos menús diarios, y saben preparar fabadas, y pimientos rellenos, y chipirones afogáos con la cebolla a punto de caramelo, y garbanzos con callos si el día anda frío, y bacalao con pisto «Yo trabajaba en la construcción, mientras ella, tras estudiar cocina, abrió este mismo lugar que llamó Onde sea. Luego, como es notorio, la construcción se vino abajo y en 2008 decidimos apostar por un chigre que cuidara igualmente la calidad y la cantidad. Y de ahí salió el Trasgu, bon y fartón», nos dice Dani. Añade que el cachopo fue aumentando de tamaño hasta lograr que el comensal diga eso de «está buenísimo, pero ya no puedo con más».

Bendita sea la sidra, aunque con la carne un tempranillo joven refresca, da cabida y glorifica.