La costa
Cumple tres lustros en manos argentinas que dominan los cortes de allá y los puntos de aquí. Y que gastan la tradicional honradez de los indianos
Vinieron de Buenos Aires, donde poseían farmacias. Consecuencias del 'Corralito'. Y vinieron igual que marcharon nuestros antepasados, con lo puesto y fuerza para salir adelante. De familia gallega, pensaron en establecerse en Vigo. Sin embargo, tras visitar Gijón, encontraron su lugar en el mundo.
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Y montaron una sidrería especializada en carnes a la parrilla, que Oscar y Ester, los fundadores, dominaban las brasas y los asados como corresponde a todo porteño que se precie, igual que Ariel, su hijo, y Paula, la nuera. Los cuatro abrieron su local en ese rincón de la carretera de La Costa que retrae las edificaciones, delinea jardincillos, y traza curvas y bifurcaciones para bordear la plaza de Europa.
Les fue bien:tanto que quince años después suenan, convocan y destacan.
La costa
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Dirección: Avenida de La Costa, 32
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Teléfono: 985 16 14 99
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COCINA: Paula Díaz Zelaya
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Sala: Ariel Currao González
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APERTURA: 2003.
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Descanso martes tarde y miércoles.
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Menú laborables: 10 euros
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Menú finde: 16 euros.
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Sidra: Viuda de Corsino y Valdeboides
¿Secreto? El arte de Ester, la capacidad de aprendizaje de Paula, y la simpatía y sinceridad de Oscar y Ariel, incapaces de dar gallo por lenguado o merinas por churras.
En diciembre Ester y Oscar se retiraron. Sumaban muchos años de trabajo entre recetas médicas y recetas culinarias, y vieron llegado el momento de traspasar las responsabilidades.
Las transmisiones generacionales tienen riesgo, y abundan las decepciones y cierres. No fue el caso. La Costa, a ocho o a cuatro manos, sigue atrayendo comensales de manera y forma que la reserva no sobra, y en su terraza, su comedorín y su sala de barra un ágil equipo de camareros sirve, aconseja y explica.
¿Qúe explica?Cortes de vacuno por ejemplo, diferenciando picaña, lomo, entrecote, cuadril, bife o vacío; y si se trata de angus, de buey pampeano o de Wagyu; si viene de Nebraska, la Pampa o Australia; al punto o con piedra para determinarlo personalmente; acompañados de patatinas crujientes y salsas caseras…
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En fin, carnes maduras, tiernas y jugosas por bandera con la parrillada de miscelánea. Y también un pulpo a la brasa, que junto a las zamburiñas y navajas a la plancha singularizan una carta con chipirones y mejillones a las variadas maneras, mollejas a la parrilla, escalopines a la pimienta o al cabrales, provoleta con bacón y postres siempre de la casa.
Si Ariel dirige las atenciones, Paula dirige las emociones, ayudada de vez en cuando por su hijo, que la tercera generación copia a la segunda en aprendizajes. Y le preguntamos ¿qué siente una chica de Buenos Aires, que comenzó trabajando en tiendas de moda de la megalópolis austral, al terminar de cocinera en Gijón? Lo tiene claro: orgullo. Las lecciones recibidas de la suegra y la larga práctica adquirida dieron sus frutos, y ahora se siente cocinera por completo.
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Y sentencia: «Ver cómo los demás disfrutan y alaban tu trabajo te gratifica; lástima que sea tan esclavo».
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