La Tonada de la Guía, el restaurante que suena fuerte

La Tonada de La Guía cocina la mejor fabada de Gijón, según el programa 'Batalla de Restaurantes', presentado por el popular y controvertido cocinero Alberto Chicote. El local compitió ayer contra otros tres restaurantes de la ciudad por hacerse con el título y salió victorioso.

La bulliciosa y ahora distinguida sidrería se ubica junto a la rotonda que puentea el Piles y recibe a quienes acceden a la ciudad por la salida de Viesques, bien rumbo al recinto ferial a la playa de San Lorenzo o a cualquier otro rincón. Enfrentada al Molinón, es fonda habitual de gijoneses por sus múltiples virtudes: una carta extensa, un competitivo menú del día, la celebración de jornadas que dinamizan y sacan lustre a su oferta gastronómica, la presencia de producto de temporada…

No faltan los oricios cuando el mar provee ni los callos cuando el frío aprieta y, por supuesto ,el bonito del norte durante su costera. Los miércoles son sagrados días de cocido de garbanzos y los días en los que el Sporting juega en carta se cuelga el cartel de completo a pesar de apurar el espacio.

En la terraza y la planta inferior de La Tonada de la Guía mandan la parrilla de leña y las tapas; las clásicas, las tienen casi todas: pastel de cabracho, parrochas, pollo al ajillo, calamares frescos, zamburiñas chipirones y mejillones en cuatro versiones, langostinos a la plancha y al ajillo, tortos…

Tras pasar por la brasa, llegan las costillas, los criollos, la matachana, el churrasco de Angus, la picaña, el entrecot, el secreto ibérico, el lechazo, el Tomahawk de vaca madurada o el ojo de bife argentino.

Las parrilladas de carne no roban el protagonismo a las de pescado y marisco con cigalas, almejas, bugre, langostinos, navajas, ñoclas… ni a la caldereta. El Cantábrico se abre paso con numerosas propuestas que pueden ser disfrutadas en la parte superior, donde un sosegado comedor decorado con ordenada modernidad luminosa y ventanales en rotonda, da pie a un nuevo ambiente.

Aún queda espacio para una planta más, destinada a las espichas, que también las hay, y los eventos en grupo. El triunfador concepto ha extendido raíces y abierto sucursal en la capital española. Al corazón financiero de Madrid ha llegado La Tonada asturiana, un espacio «donde la tradición culinaria se combina con la modernidad».

Los platos, de hecho, no son los mismos. Allí, ofrecen alcachofa con velo de panceta ibérica, yema y caviar de anchoas; pulpo de pedrero rustido con kausa de patatas y caldo de su cocción; ensaladilla de bugre o lubina al foie con veluté de ahumado y brócoli. No falta, eso sí, la fabada, ahora ya santo y seña de la casa.

En la extensísima carta de La Tonada de la Guía, donde también mandan los cachopos, solo figuran tres platos de cuchara (los garbanzos son de menú): callos, en temporada, sopa de marisco y fabada asturiana. Suficiente para alcanzar la gloria televisiva y señalarse como referente culinario.

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