Vajillas de autor: piezas únicas que aportan valor a las recetas
Son una extensión de la creatividad, las inquietudes y las necesidades de toda la cadena: el artista, el cocinero y el camarero
En los restaurantes donde todo está pensado al detalle, la elección de la vajilla no se deja al azar porque sus responsables asumen que forma parte de la experiencia. Y de manera clave además, pues es una verdad confirmada que todos comemos primero con los ojos. «Y más ahora, que vivimos de las imágenes», cuenta la ceramista Charo Cima. Ella es una de las artistas asturianas que contribuyen a redondear la comida.

Charo Cimas: productos que venden historias

La ceramista Charo Cimas no elabora platos de trote en el concejo de Villaviciosa, sino piezas para presentar productos que cuentan una historia. Ha trabajado con Koldo Miranda y la quesería Rey Silo y para el restaurante El Círculo. «Las posibilidades que da son muchas».
Los platos, boles, fuentes o bandejas que salen de los talleres artesanos asturianos son una extensión de la creatividad, las inquietudes y las necesidades de todos los miembros de la cadena: el artista, el cocinero y, cada vez más, el camarero.
Los autores emplean diferentes materiales –piedra natural, cristal o cerámica por citar algunas de las más comunes–, y arriesgan con diferentes texturas, formas y esmaltes para acompañar las creaciones gastronómicas y redondear los discursos del cocinero. Los requisitos clave que deben cumplir las piezas es que sean exclusivas y funcionales, esto es, que sean fáciles de portar y guardar, útiles a la hora de resaltar las cualidades y todos los elementos de la comida y que se laven bien.

Ignacio Zamorano: piedra natural

Ignacio Zamorano ha conseguido, a base de investigación y experiencia, platos de mármol con espesores de un milímetro o milímetro y medio, muy ligeros, «para desechar la idea de que si es de piedra pesa mucho», explica. Este escultor ve cómo ahora los cocineros prefieren «lienzos en blanco» y ha empezado a hacer composiciones sumando madera para, por ejemplo, Nacho Manzano.
Ignacio Zamorano es escultor de profesión y se dedica desde hace más de una década a elaborar vajilla de piedra en Porceyo, en Gijón. Empezó de casualidad cuando una amiga le pidió dos morteros de cocina. Otro amigo le recomendó llevarlos a restaurantes de nivel y se los enseñó a Gonzalo Pañeda, de Auga. «Le gustó, pero me dijo que no le resultaba funcional; me preguntó si hacía vajilla y ahí se me encendió la bombilla», recuerda quien empezó y no ha parado desde entonces. Trabaja con los estrellas Michelin de Asturias y sus obras salen en restaurantes de toda la cornisa cantábrica, Salamanca, Madrid y sur de Francia, incluidos el Grupo Arzábal (su nuevo espacio está en el estadio Bernabéu) y el Mirazur de Mauro Colagreco. También viajan a Nueva York y Manila.
Codo con codo
Las vajillas artesanas que se van para cocinas de primer nivel son resultado de mucha comunicación previa entre las partes. «Hay una escucha de la que surge una necesidad que se torna en materia», resume Valle García, que se encarga, en Cabueñes, Gijón, de hacer soportes cerámicos para restaurantes y hoteles rurales de la región (Los Llaureles, por ejemplo), Madrid, Barcelona y América.

Valle García: historias de tierra

Valle García utiliza materiales de la naturaleza de modo inspirador y nunca que puedan dañar el medio. «Asturias es muy rica en manganeso y hierros», cuenta, al tiempo que explica que «casi todo lo que hago es a mano, el torno lo utilizo para cuencos».
Los cocineros plantean sus necesidades y explican para qué quieren el plato en cuestión, si quieren volúmenes, si lleva salsa, los colores... «La cuestión está en alcanzar sinergias. Una vez que queda dicho, nos toca a nosotros pensarlo y dibujarlo antes de darle la forma. No olvidemos que la materia tiene sus límites y contradicciones», expone Charo Cimas, que tiene su taller en Villaviciosa, muy cerca del monasterio de Valdediós. «Hay que elegir varios aspectos porque las opciones son muchas: el lenguaje, si la superficie será lisa o habrá volúmenes, alturas...», enumera García, que vende unas pocas piezas al público general en su taller.

Maider López: esmaltes propios

Maider López da clases de cerámica en Siero, y una pequeña parte de su tiempo lo dedica a elaborar platos. Ha trabajado con la quesería Alejandro Casielles 1913 y el restaurante Monte (en la imagen). Les ofrece emplear esmaltes propios.
Lo que viene después no son procesos mecanizados, sino manuales. Atrás quedaron los años en que las bandejas de pizarra copaban el menaje, ahora prima el compromiso con los materiales de los que se sirven. Arte al cuadrado.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.