Un viaje al cielo de los helados
El proyecto del creador del helado de moscovita crece anclado en la importancia de la materia prima
Como buen músico, Daniel Pérez sabe que, si la primera nota es importante, la segunda, la tercera o la cuarta no se quedan a la zaga. Juntas crean una sinfonía única. Con idéntica filosofía, comenzó a elaborar sus helados artesanos hace ahora siete años en un proyecto que nació humilde y crece como la espuma. Sus gélidos postres pueden ya saborearse, bajo la marca El Asturiano, en Luarca, cuna del proyecto, Ribadeo, Cudillero y Oviedo.
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La materia prima es capital, producto de kilómetro cero que sustituye por denominaciones de origen cuando en su entorno no encuentra los sabores que quiere plasmar en sus cremas. Las fresas, moras y frambuesas proceden de su propio huerto. La técnica es elemento vital y, por supuesto, la pasión y ganas de divertirse, crear y ambicionar la excelencia. De hecho, no aspira a creaciones extremas ni excesivamente originales sino a hacer lo de siempre mejor que nunca: un mantecado excelso, un sorbete de cine, un helado de cerezas para el recuerdo o uno de tarta Sacher que impresione.
De sus manos han brotado, no obstante, cerca de un centenar de sabores. Entre todos, uno muy particular que elabora en exclusiva para Rialto: moscovita. La confitería ovetense le eligió para convertir en delicia helada su santo y seña, una creación que solo puede adquirirse en El Asturiano, la tienda gourmet Don Foodie, que sirvió de enlace entre las partes, y la propia pastelería.
Con una original versión de un helado 'tutti frutti', Pérez se hizo con el Festival World Challenge Tour de Barcelona en 2019. Era su primer paso para representar a España en el campeonato mundial pero la pandemia truncó el camino hacia el sueño. Desde entonces no se han celebrado más pruebas. Cada certamen es un triunfo en sí mismo porque le permite avanzar en I+D a base de dar vueltas y más vueltas a las propuestas y dirigir sus pasos hacia la ansiada perfección.
¿Qué diferencia a un buen helado de uno mediocre? La primera cucharada es vital pero con ella el reto solo acaba de empezar. Intenso y, al mismo tiempo, fino y elegante. Debe golpear en boca con la potencia justa para permanecer unos segundos, dejando un regusto corto que invite a lamer nuevamente. Hay que evitar el empalague, que pese en el paladar y en el estómago, cuidar hasta el extremo la textura para que no se pegue al cielo de la boca.
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La primavera ha abierto la veda de este placer goloso. Comienza la actividad incesante, que en agosto se traduce en jornadas loeninas de hasta 20 horas. El Asturiano inaugurará un nuevo obrador para asumir la demanda creciente. La marca no busca entre sus clientes a la hostelería pero la encuentra y distintos establecimientos han incorporado sus creaciones a su oferta habitual.
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