Así lo anunciaba EL COMERCIO. E. C.
1947. Hace 75 años.

Una afición en auge

Se instaló una Escuela de Aeromodelismo en Gijón, con gran éxito de público y la vista puesta en competiciones nacionales

Por si alguien no se había enterado aún, hace hoy 75 años EL COMERCIO recordó que, desde hacía unos meses, funcionaba en la ciudad una ... Escuela de Aeromodelismo. «Lo que quizás no sepan todos los gijoneses es que desde un principio la afluencia de alumnos fue enorme», y que «llegó a rebasar la capacidad de la escuela, razón por la cual se pensó en darle más amplitud». Dicho y hecho. La ampliación del local se hacía ahora, previa aprobación de la Dirección General de Aviación Civil y de la Delegación Nacional del Frente de Juventudes, para el solaz de los jóvenes que cada tarde de los días laborables, de siete a nueve, acudían a la escuela.

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De esas dos horas, el alumno dedicaría una hora y media «a la construcción de aeromodelos», para lo que les serían facilitadas «las herramientas necesarias, así como los planos para cada aeromodelo a construir, impresos estos en forma muy comprensible a fin de que el alumno pueda interpretarlos con facilidad, teniendo a su lado al instructor para que pueda consultarle todo lo que crea necesario». Del alumno sería la propiedad del libro manual, 'Nociones de Aeromodelos' y, si mediaba buen comportamiento, también las propias figuras. Era aquella una afición en auge que, sin embargo, algunos entendían también de forma nacionalista: se decía que mediante los aeromodelos el alumno entraría en contacto «con las cosas que al aire se refieren, despertándole una vocación y especializándose para poder servir a la patria en una de las formas más bellas que existen: ingresando en el arma aérea».

A ese efecto, la media hora restante se dedicaría a las clases teóricas. «El muchacho que hoy en su infancia se hace aeromodelista y se encariña con las cosas del aire, si tiene capacidad y facilidades, puede ser la práctica del aeromodelismo el principio para que en un mañana no lejano, al mismo tiempo que asegura su porvenir, sea un hombre al cual la patria le confíe importantes misiones». Entre la escuela y tan alto fin, quedaban todavía las competiciones nacionales celebradas en Madrid, para las que los alumnos gijoneses se preparaban ya, ufanos. Y... ¡a volar!

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