Alegoría nocturna... y popular
Una gran cabalgata recorrió las calles de Gijón para saludar a la temporada alta del veraneo, generando gran expectación
Uno de los eventos más ansiados por los gijoneses de hace un siglo fue, sin duda, la cabalgata nocturna con la que la ciudad decidió ... obsequiar con una salutación a la temporada alta del verano. Ora porque era un evento único en nuestra villa, ora por haber sido aplazada por motivos climatológicos, hoy hace un siglo pudimos anunciar que, efectivamente, la cabalgata había sido el gran éxito de la temporada estival. Se había puesto en marcha a las once de la noche, guiada por un piquete de la guardia civil y encabezada por un grupo formado por «los heraldos y acompalamiento, y los trompeteros, y el timbalero», todos ellos «a caballo, vistiendo muchos trajes de final del siglo XV. Seguía a este grupo la banda de cornetas y tambores del Regimiento de Tarragona», muchos de cuyos números, como recordará el lector, aún se batían en el Rif para disgusto de sus familias.
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Pero veníamos a hablar de cabalgatas y carrozas como las que hace cien años surcaron las calles de Gijón. La primera, dedicada a los deportes, «constaba de cinco figuras humanas. Representaba la portería de un campo de 'football'. A la entrada aparecían las figuras de dos jugadores; otro tercero jugador se hallaba frente a ellos», y, a ambos lados, dos ciclistas. ¿Lo más llamativo? La absoluta inmovilidad de las figuras vivientes, cuanto más en una alegoría al 'sport'. Seguían otra carroza dedicada a los oficios y una, muy bien compuesta, a la agricultura, formada por «dos campesinas hilando y tejiendo con su rueca, dos labradores con el rastrillo y la guadaña y otros dos aldeanos, hombre y mujer, dirigiendo un arado».
Hubo otra dedicada a las Bellas Artes, con una mujer representando a la Música, y un escultor ante su trípode, la pertinente modelo y un pintor... también varón. Y más. El portentoso desfile circuló de la plaza del Seis de Agosto a la calle Capua; de la Plazuela a San Bernardo; del Paseo de Alfonso XII a Fernández Vallín, y todo en medio de innumerable público. «Pocas veces habíamos visto en nuestras calles una multitud como la que ayer veíamos estacionada al paso de la comitiva», dijimos. Todo un espectáculo.
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