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Rosa Garnacho y Chas Casado, promotores de Quiquilimón, asomados a una de las 'Letronas' del Puerto Deportivo. DAMIÁN ARIENZA

Más de 40 años dedicados a transmitir el amor por el teatro

Quiquilimón. Rosa Garnacho y Chus Casado son los exponentes de una compañía distinguida con la Medalla de Plata por su labor con los niños y los jóvenes

MARCO MENÉNDEZ

Viernes, 27 de mayo 2022, 00:45

Hablar del teatro infantil y juvenil en Gijón es hablar de los 42 años de actividad de Quiquilimón en la ciudad. Durante todo este tiempo, ... Rosa Garnacho (Mieres, 1957) y Chus Casado (Mieres, 1954) han estado al frente de un colectivo que ha sabido transmitir el amor por el teatro a miles de gijoneses. El Ayuntamiento de Gijón se lo ha reconocido con la Medalla de Plata de la ciudad, que se oficializará en una sesión plenaria que se celebrará hoy. La concesión ya se conoce desde hace casi un mes, pero «sigo con la misma ilusión de la primera llamada, cuando nos lo dijeron», reconoce Rosa Garnacho, quien piensa que este reconocimiento significa «que merece la pena todo el esfuerzo. Lo hicimos porque quisimos, porque estábamos enamorados del proyecto, pero la trayectoria para conseguir estar y mantenerse fue bastante dura». Chus Casado agradece que la propuesta de IU fuera secundada por otras formaciones políticas, «lo que nos congratula mucho. Estamos muy contentos de haber recibido este premio aunque, con vistas al viernes -por hoy-, en el fondo estoy nervioso».

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Les han pedido 35 fotos para resumir la historia de Quiquilimón, algo que «me tiene totalmente trastocado, porque no sabría qué elegir», indica Casado. «Hay tantos momentos y tantas historias...». No tienen, por ejemplo, ninguna imagen de las hogueras de San Juan que organizaron en el Parque Inglés, por lo que «nos vamos a remitir a lo que son los espectáculos de la compañía porque, al fin y al cabo, es la compañía de teatro Quiquilimón la que recibe la medalla», apunta Rosa Garnacho.

Pero de aquí ha surgido la idea de montar una exposición sobre la actividad de Quiquilimón en la que se refleje la actividad en los talleres, la escuela de arte y las representaciones teatrales a lo largo de estos 42 años. «Es un orgullo sentir aún esas muestras de cariño de la gente. Era un proyecto que se basaba en dar alternativas al ocio infantil y juvenil, de propiciar la creación, la imaginación y la solidaridad entre los niños», indica Garnacho.

Estudian realizar una exposición con todas las actividades realizadas por Quiquilimón desde sus inicios hasta su cierre

Todo comenzó cuando «nos dimos cuenta de que los niños iban perdiendo la capacidad de jugar». El apoyo del Ayuntamiento de Gijón, en especial de Daniel Gutiérrez Granda y Miguel Acevedo, fue fundamental. Consiguieron la primera sala de España dedicada en exclusiva al teatro infantil y juvenil, que a la postre sería el germen de Fetén, en cuyo equipo de dirección estuvieron durante diez años. La semilla de Quiquilimón fue plantada por Paco Abril, que logró convocar a 22 personas que provenían de Magisterio, Psicología y Trabajo Social. «Los primeros años fueron muy importantes, porque se generó la filosofía, la forma y los proyectos. Pero luego teníamos que formarnos para tener una calidad de interpretación», explica Garnacho.

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Fue entonces cuando Quiquilimón se formalizó como empresa, con la sala de la calle Pedro Duro, y empezaron a contar con el apoyo de profesionales como Rafa Mojas, Manolita Rodríguez, Etelvino Vázquez y, en los últimos años, con su propio hijo, Pablo Garnacho, que dirigió los espectáculos de la compañía desde 2011. Ya han cesado la actividad, pero «tenemos proyectos y guiones en el tintero que no hemos desarrollado», remarca Chus Casado. Pero ambos están convencidos de que el teatro infantil y juvenil tiene futuro en Gijón. «Los niños siguen existiendo, sigue habiendo necesidades y hay gente que realmente está formada y ama a los niños», explica Rosa. Solo falta alguien que tenga «mucha energía, capacidad de arriesgarse y de tirarse, aunque sea sin red», apuntan ambos, que bien conocen estos riesgos.

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