Antonio Medio vuelve a Gijón

La jornada había comenzado con la interpretación del grupo infantil 'Los ruiseñores pamperos', un «número algo encantador. Hay en él un par de chicos y dos niñas que cantan muy bien y un bebé delicioso. Se ganaron las simpatías y los aplausos cordiales del público que llenaba de bote en bote el teatro».

Actuó después María Teresa Machicado de Lera, que cantó por Schubert con una «voz muy bella, de poco volumen -no podía faltar la crítica- pero un tono gratísimo». A Machicado la acompañaba al piano José Antuña. El Cuarteto Asturiano llegó más tarde: cuatro hombres que cantaban, por lo lírico, piezas típicas asturianas como «la obra de Sergio Domingo 'Axuntábense'». Pero a quien quería ver la audiencia era a Medio. Y vaya que si lo vio: comenzó actuando en un monólogo «en bable y en verso» de Faustino Cifuentes. Hizo reír.

Pero también emocionarse. Con un torrente de voz magnífico, lo hizo con 'La Tempestad', que generó infinitos bises y puso el colofón a un acto en el que también actuaron la niña Vidita García, la tiple Marisol Cuervo o el Ochote Jovellanos. Esos días en que en Gijón se estrenaba la última de Ivonne de Carlo, 'la Venus canadiense', el público apostó, sin embargo, por lo asturiano. El sentido homenaje a Medio batió récords de asistencia, después de meses anunciándose en la prensa, y por medio de la delicada organización de la Peña Medio. Romanzas, humor, folkore modernizado y el 'Palomita blanca' o 'Las campanas de Madrid' interpretadas por el más internacional de los gijoneses de aquellos tiempos de la posguerra nos transportaron a otros mundos de mejor tono y color. Fue tal día como hoy.