El asesino de Lorena Dacuña acusa a los testigos de «venir con un guion» y niega haberla controlado

Lejos de ser un acto de mera contrición, el asesino confeso de Lorena Dacuña, José Manuel Sánchez Merino, utilizó su derecho a tener la última palabra en el juicio para acusar a los testigos de «venir con un guion» a declarar. «No cambiaron ni una palabra». Se refiere a que los cerca de catorce familiares, amigos y compañeros de trabajo de Lorena calificaron al asesino como un hombre «celoso, controlador y posesivo» que sometía a la fallecida durante su relación y tras la ruptura a un «acoso permanente». Si bien es cierto que cada uno de ellos tenía episodios personales que probaban tales afirmaciones. A una compañera de trabajo, por ejemplo, le obligaba a mantener silencio cuando él la llamaba en su descanso laboral para no decirle que estaba tomando un café. Su amiga de la infancia relató que Lorena llegó incluso a mandarle fotos de dónde y con quién estaba para que él la creyera.

«Si la hubiera controlado tanto cómo dicen, hubiera necesitado 24 horas al día pegado al móvil para hacerlo. Solo le mandaba un mensaje al día para decirle que había llegado a casa después de trabajar», aseguró el asesino. «Quiero que se me juzgue con la verdad y no con la mentira. No quiero que me crucifiquéis con una mentira. Estoy en vuestras manos», dijo mirando al jurado popular.

Concluyó su intervención incidiendo en que «no era mi intención matarla porque era muy buena persona. Pido disculpas sinceras a la familia y amistades de Lorena. También a la sociedad».

Durante la jornada del viernes el jurado popular se reunirá para deliberar sobre el caso. La principal discrepancia entre las partes es la aceptación del agravante de ensañamiento en el crimen. De considerarlo el jurado, como así lo reclaman la acusación particular y popular, el asesino se expondría a la pena máxima de 25 años de prisión.

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