La hija de Evaristo, entregando el trofeo al capitán del Camocha.
1972. Hace 50 años.

El Atlético Camocha, ganador

El club deportivo se alzó con el premio del X Torneo Evaristo Lázaro tras la tanda de 'penalties', en una jornada de buen fútbol

Sábado, 20 de agosto 2022, 00:27

Los aficionados no se vieron defraudados con el partido de la final del X Torneo Evaristo Lázaro. Con esa aseveración se iniciaba la crónica de ... EL COMERCIO sobre el encuentro. Lo suficiente para que los dos contendientes, el Atlético Camocha y el Aboño se sintieran orgullosos de la jornada aunque solo uno pudiera optar al trofeo final. Decía el cronista que, por encima de todo, en aquel encuentro lo que había que destacar era que, de los dos equipos, «todos los muchachos se entregaron a la búsqueda del triunfo sin escatimar esfuerzo». Una cuestión que no era baladí, teniendo en cuenta que el encuentro duró «110 minutos. ¡Sí, sí, 110!». A pesar de ello, «no hubo abandonos, no existieron desganas».

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¡Bendita juventud! Eso sí: «el juego exhibido no fue muy allá en cuanto a calidad (...) Hay que tener en cuenta la condición modesta de los jugadores. También que los equipos están sin una eficiente preparación. Y que, además, en los dos formaron muchachos que no están compenetrados con el resto, que son recién llegados o simples refuerzos válidos para estos partidos». En esa coyuntura, no hubo goles en los primeros y canónicos 90 minutos, a pesar de las intentonas. «La mala suerte, la mala puntería y esos imponderables que no faltan en ningún choque, lo impidieron». Acabó a ceros la cosa, con la prórroga consiguiente.

Tampoco hubo goles en los 20 minutos extra. «Y hubo que apelar al espectacular y siempre interesante lanzamiento de 'penalties'». Todo emoción. «La primera serie mantuvo la igualada. Los dos equipos hicieron diana tres veces, fallando dos. En la segunda, en tanto el Camocha contabilizó los cinco, el Aboño falló el primero que fue detenido por el portero contrario». Así fue como el Camocha se alzó ganador, recibiendo el trofeo su capitán «de manos de una hija del inolvidable Evaristo». Un remate perfecto para un trofeo lidiado con buen ambiente, «con la bandera de la deportividad, del afán de triunfo siempre enhiesta». «Hace muy bien el Sporting en mantenerlo», dijimos. Sobre todas las cosas, mantenía fragante el recuerdo «de quien en vida tanto significó en el club».

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