Los bomberos aseguran la cornisa del San Vicente ante el riesgo de desplome
Colocan un tirante de sujeción para evitar el derrumbe de una pieza de 400 kilos de la esquina. Hoy estudiarán si es necesario demolerla
Dos grandes fisuras en la cornisa del colegio San Vicente de Paúl, sobre una de las ventanas de la que fue la clase de quinto B de Primaria, amenazaban con provocar el derrumbe de una pieza de la fachada de unos 400 kilos de peso. Ante este riesgo, los bomberos decidideron intervenir para garantizar la seguridad en la zona, colocaron un tirante de sujeción aprovechando el vano de la ventana y la estructura del edificio que aún permanece en pie para anclar el elemento y prevenir su caída.
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Varios vecinos habían alertado a la Policía Local de que las grietas, visibles desde el trágico derrumbe del pasado miércoles, día 5, parecían haber crecido. A primera hora de la tarde se desplazó a la zona el camión escalera de los bomberos, así como efectivos de la Policía Local, personal de la Concejalía de Urbanismo y el concejal de Seguridad Ciudadana, José Luis Fernández. Analizada la situación, se decidió aumentar el perímetro de seguridad en torno al edificio siniestrado, incluyendo la acera de la calle Caridad situada frente al colegio.
Posteriormente, el jefe del servicio de Prevención y Extinción de Incendios, Pablo Ferrío, subió junto a otros dos efectivos al camión escalera, que los izó a la zona afectada por el derrumbe de la cubierta para analizar con detenimiento el riesgo de desplome. «Tenemos la sospecha de que el elemento ha fracturado por dos lados y hay un peligro cierto de que pueda caerse», señaló Ferrío. Inicialmente se barajó la posibilidad de demolerlo sobre la marcha, pero ya estaba anocheciendo «y en estas condiciones no es seguro trabajar con un elemento así», por lo que optaron por asegurarlo.
Tira hacia dentro
Movilizaron a otros dos vehículos de Bomberos y bajo la atenta mirada de los curiosos que paseaban por la zona -incluyendo a un alumno del centro- dos bomberos se ayudaron del camión autoescalera para colocar una eslinga de carga, capaz de soportar cuatro toneladas de peso, en torno a la pieza afectada. Entretanto, sus compañeros subieron a pie a la azotea para colocar un cable en la estructura aún estable del interior del edificio que permitiera anclar la banda que envuelve el elemento precario. «La eslinga tira de la cornisa hacia dentro, haciendo un tirante para garantizar que no caiga hacia la calle», detalló Ferrío. La pieza pesa entre 300 y 400 kilos «y hay que evitar su caída, porque aunque la zona esté acotada y protegida, con la altura que tiene si cae el cascote puede dispersarse».
Según Ferrío, el edificio es «estable», pero urge desescombrar. «Los forjados están recibiendo una sobrecarga de la parte que se ha derrumbado que es necesario eliminar cuanto antes, porque no están preparados para soportarla». Hechos de bovedilla cerámica y vigueta de hormigón, «son materiales antiguos y no tienen la resistencia y calidad de los que se usan ahora». El técnico calcula que «el escombro del forjado puede pesar 250 o 300 kilos por metro cuadrado. Es bastante peso que hay que intentar retirar a la mayor brevedad porque la zona está expuesta a las inclemencias metereológicas y el agua humedece e incrementa el peso de los elementos». Hoy se hará una nueva valoración del edificio para determinar si es necesario demoler la esquina o si la protección es suficiente para que el lunes la propiedad apuntale de abajo arriba el edificio e inicie el desescombro.
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