Así lo contó EL COMERCIO.
1897. Hace 125 años.

Cantina en llamas

Una casa de tres pisos, destinada a chigre en El Musel, sucumbió ante un fuego iniciado mientras sus habitantes dormían en su interior

No eran raros los incendios en el Gijón finisecular. Las malas calidades de los edificios y la falta de seguridad con respecto a los fuegos ... generados en el interior de las viviendas generaban, muy habitualmente, que en las noches de viento cualquier pequeña chispa acabara convirtiéndose en auténtica tragedia. Y eso, o al menos así se pensó al principio, fue lo que ocurrió hace 125 años en «la casa de tres pisos edificada por los señores Ballesteros en el Musel, y en la cual se hallaba establecida una cantina, así como el almacén de suministros para los trabajadores de las obras del puerto, que en dicho sitio se están ejecutando».

Publicidad

También de noche. Concretamente a la una y media de la madrugada, la hora en la que el vigilante de dichas obras se apercibió del siniestro, «dirigiéndose precipitadamente a la casa incendiada y llamando a la puerta principal, que tuvo que echar abajo con un pico, porque no acababa de ser oído por las personas que se hallaban dentro». Natural: dormían. Dice EL COMERCIO que, a pesar de las prisas, el guardia conseguiría, por fortuna, «despertar a los que se encontraban durmiendo en cama, los cuales, con el sobresalto que es de suponer, se lanzaron fuera de la casa, en ropas menores, haciéndolo algunos con dificultad a causa de la intensa nube de humo que invadía ya la escalera y habitaciones del edificio».

Fueron trece personas en total, entre ellas niños, las que se salvaron esa noche del fuego. Por el edificio, eso sí, no se puedo hacer nada. Reducido a escombros en pocas horas, «con la casa se quemaron además las existencias de la cantina y los muebles, varias partidas de harinas, grasas y otros muchos géneros que en ella había almacenados. En el siniestro perdieron también sus ahorros y todas sus ropas el cantinero y los alojados en la casa, algunos de los capataces y operarios de las obras indicadas, los cuales se lamentaban amargamente de la desgracia de que habían sido víctimas». Tanto más cuando las investigaciones apuntaban a que ni viento, ni materiales, ni nada: varias voces apuntaban a que el fuego fue obra «de una mano criminal». ¿Quién sería el ejecutor?

Este contenido es exclusivo para suscriptores

1 año por solo 16€

Publicidad