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La playa, más limpia, a finales de los años 40 llena de casetas y con el histórico adoquínen cuadrículas del paseo.
1948. Hace 75 años.

Cuando el carbón era del Piles

Preocupaba la abundante suciedad del arenal de San Lorenzo enengrecido por el lavado de mineral aguas arriba del río

Domingo, 19 de marzo 2023, 05:21

No eran pocas las dudas que se suscitaban en torno a la playa de San Lorenzo para los gijoneses de finales de los años 40 ... del pasado siglo. EL COMERCIO siempre se hacía eco de ellas, en su sección 'Gijón por dentro'. De las más mentadas eran el uso y abuso de sus arenas por parte de los más humildes, por un lado; o, por otro, la gestión urbanística, afortunadamente paralizada a tiempo, que algunos proponían para el entorno de la sablera. «Unas veces», reconocíamos hace hoy 75 años, llegaba la preocupación «porque de ella se sacaba arena en cantidades alarmantes, otras porque se quiere taponar nuestra mejor perspectiva de ciudad con la mole del hotel casino balneario, y otras, porque se la ensucia con las arenas carbonosas que el río Piles arrastra».

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Esa tercera cuita era la que nos ocupaba tal día como hoy. Ocurría que, en ocasiones, el Piles arrastraba «tierras negras que se originan por el lavado del carbón, y que poco a poco se van depositando en la arena, ennegreciéndola». Éramos taxativos. «A esto hay que poner coto. No somos peritos en la materia, pero sabemos que existen medios para evitar que las aguas bajen negras. La instalación será más o menos costosa, pero nuestra playa hay que salvarla. No quisiéramos, bajo ninguna ventaja de hoy, que mañana tengan nuestros nietos una playa como la que actualmente existe a la desembocadura del río Nalón».

Negra y sucia

Así de duros nos tocaba ser. Peligraba no solo el paisaje o el veraneo gijonés, sino mucho más. «Las doradas arenas de la playa de San Lorenzo, no lo olvidemos, son el mejor tesoro, casi el único, que tenemos los gijoneses». Para evitar el entuerto y evitar que el verano se viera ennegrecido, en todos los aspectos, por el indeseado carbón, solo tendrían que mediar las necesarias obras en La Camocha, de donde procedía el material. ¿Se llegarían hacer? San Lorenzo, de otra manera, corría peligro «de convertirse en una escombrera más. Ya es bastante negra y sucia nuestra ciudad para que sacrifiquemos lo único limpio y bello que en ella nos queda». Que luego no dijeran nuestros gobernantes que no se les había avisado.

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