¿Quieres despedir a tu mascota? Puedes hacerlo en el nuevo canal de EL COMERCIO
Un grupo de vecinos posa en la parcela donde está previsto que se construya el consultorio médico. C. SANTOS

Una década para «completar Nuevo Roces entre todos»

El barrio más joven de Gijón, construido en un entorno rural, cumple diez años con deudas históricas por parte de Sanidad y Educación

MARÍA CIDÓN KIERNAN

GIJÓN.

Lunes, 29 de junio 2020, 01:32

«Otros barrios tienen caballos en las rotondas, nosotros tenemos grúas en los solares», dice una de las vecinas de Nuevo Roces mientras señala hacia una mole de metal recubierta de zarzas y abandonada a su suerte. La frase, en clave de humor y referencia a otro vecindario del extrarradio gijonés, representa el sentir de un barrio que, a 10 años de su fundación, aún trabaja para «terminarlo entre todos», el lema de la asociación vecinal.

Publicidad

Cuando los primeros habitantes llegaron a Nuevo Roces, la zona era una explanada en construcción estructurada en tres grandes avenidas, con muchos edificios aún por terminar, aislada en medio de un entorno rural y casi rodeada por la carretera Carbonera, la autovía minera y la ronda sur. Ahora, los bloques de edificios nuevos predominan, pero aún quedan muchos solares con proyectos parados de constructoras, incluso de las que quebraron a inicios de la década pasada. Son espacios que algunas empresas mantienen limpios, pero en otros, reclaman los vecinos, abunda la maleza y se forman colonias de gatos. O peor.

«¿A dónde vinimos a parar?»

En 2010, los primeros habitantes no tenían ni dónde comprar pan. Cualquier actividad cotidiana requería desplazarse en coche. Ahora ya tienen transporte público, dos líneas de EMTUSA, la 15, que les lleva hasta el hospital de Cabueñes; y la 20, que llega a Somió. Ambas les enlazan con el resto de la ciudad. El barrio ha ido tomando forma con un supermercado, academia de inglés, tienda de informática, fisioterapeuta, una clínica veterinaria, una peluquería canina, un asador de pollos y hasta una gran superficie de bricolaje.

«Al principio decíamos: 'Ay, madre, pero ¿a dónde vinimos a parar?' Pero te acostumbras y ahora...¡pues parece que no necesitamos más!», dice Alejandro García, entre risas, reconociendo el cambio al dejar el barrio de La Arena hace siete años. Entonces, García abrió Caracol Quiscol, una tienda «para todo», una mezcla de librería y kiosko que también tuvo su etapa de video club. «Aquí necesitaban de todo, desde comprar un bolígrafo. Y para hacer fotocopias de un DNI había que bajar hasta Gijón», recuerda García.

La primera tienda de alimentación del barrio la puso Inma Fernández, propietaria de El Llosón. Abrió las puertas en abril de 2012, recuerda con orgullo. Ella se alegra de vivir en Nuevo Roces, aunque echa de menos algunas facilidades. «La mayor carencia es no tener un cajero y más líneas de autobuses», indica, «para que mi hija vaya hasta Viesques tengo que pagar autobús escolar, porque en el de línea tardaría muchísimo en llegar», lamenta Fernández.

Publicidad

Los bares y cafeterías, que dan tanta vida al barrio, proliferaron con rapidez. Están concentrados cerca de la intersección entre la avenida Roces y la calle Ramón Gómez Lozana, a donde llegaron a vivir los primeros habitantes.

«Es de lo que más tenemos. Se echa en falta de todo menos los bares», dice Alejandro López, residente desde hace ocho años, padre de dos hijos y miembro de la asociación de vecinos.

Con una población total de 5.291 vecinos, de los que más de un millar son menores de 14 años, en Nuevo Roces aún no tienen farmacia ni agencia bancaria, aunque se conformarían con un cajero. Y si hay algo en lo que todos se ponen de acuerdo es en los servicios prioritarios para un barrio de familias jóvenes: un consultorio médico y un colegio. Hace años que cuentan con una escuela infantil pero, según van creciendo, los niños tienen que acudir a colegios públicos de Contrueces, como el Nicanor Piñole y el Noega; o el concertado Montedeva, en Ceares.

Publicidad

Ni colegio, ni consultorio

La situación es compleja para el barrio con más población infantil de Gijón y con perspectivas de seguir creciendo. Las consejerías de Sanidad y Salud han tardado en responder a estas necesidades, señala la asociación de vecinos.

Solo hace un par de semanas que atisban posibilidades de concretar estos proyectos, aunque el coronavirus se haya colado en medio de sus planes. Educación se ha comprometido a tener un proyecto básico para la escuela el año que viene y prevé que pueda abrir en 2023 en una parcela al lado de la escuela infantil.

Publicidad

En cuanto al consultorio médico, una de las grandes luchas de la asociación, se espera que esté presentado el proyecto básico a finales de año y que en 2021 Salud cuente con un presupuesto para su construcción. Mientras tanto, los habitantes siguen acudiendo al centro de salud de Contrueces y miran con esperanza hacia el solar de 3.200 metros cuadrados entre la avenida Roces y la calle Alicia Concepción Álvarez, que permanece vacío como tantos otros.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

1 año por solo 16€

Publicidad