Los bomberos, frente a Almacenes Paredes.
1972. Hace 50 años.

Los estragos del fuego

En las instalaciones de Almacenes Paredes, en Porceyo, se declaró un violento incendio que generaría pérdidas millonarias

La catástrofe fue mañanera. A las ocho, aproximadamente, comenzó todo. Las primeras chispas que, en cuestión de minutos, se elevaron hacia el cielo gijonés en ... forma de pertinaces llamas. Y con ellas llegó el desastre. «Las pérdidas de este siniestro parece ser que están cifradas en unos cincuenta millones de pesetas», dice EL COMERCIO de hace hoy exactamente medio siglo, que también informa de que el origen del siniestro estuvo, al parecer, en un cortocircuito. «El incendio fue percibido cuando el personal, cincuenta empleados, se disponía a entrar al trabajo. Inmediatamente se pasó aviso a los bomberos, que sin pérdida de tiempo acudieron al lugar del siniestro. También acudieron bomberos de Oviedo y de las factorías de Uninsa y Ensidesa».

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Y, por supuesto, también estarían presentes las fuerzas de la Guardia Civil de Tráfico y las de la Policía Municipal, «que tomaron medidas para mantener la fluidez del tráfico por la carretera de Oviedo». Todos esos apoyos hicieron falta para hacer remitir al fuego, que no acabó, pero sí quedó dominado, merced a cien mil litros de agua, a la una y cuarto de la tarde. Duró, por lo tanto, poco menos de seis horas, pero en ellas le daría tiempo a destruir centenares de electrodomésticos «y otras mercancías». En total, unos cincuenta millones de pesetas de pérdidas calculadas con gran exactitud, ya que «el miércoles se había terminado el inventario, y ello permite una valoración bastante real».

Las desgracias nunca vienen solas. Tampoco en el caso de la de Porceyo. «En ese mismo día», por el miércoles, «parece ser que había llegado una partida de trescientos televisores, así como un importante cargamento de colchones sintéticos», todo ello depositado en la nave afectada. «Centenares de televisiones producían explosiones, al mismo tiempo que los bomberos trataban de sofocar aquella enorme hoguera que producía un humo denso y muy tóxico que dificultaba los trabajos de extinción». Arderían también neveras, secadoras, cocinas, ollas a presión y todo tipo de aparatos, reducidos a chatarra en apenas unas horas. Un día aciago para Gijón.

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