Niños en una escuela de Gijón, en las primeras décadas del siglo XX.
1922. Hace 100 años.

Fallos en la instrucción

Una carta remitida a EL COMERCIO insistía en la necesidad de mantener escolarizados a los niños para hacer frente al elevado analfabetismo

Miércoles, 1 de junio 2022, 04:53

«Vivimos en la época en que después de convencidos por propia experiencia, desgraciadamente, de que el estado de ignorancia de las masas contribuye, en ... gran parte, al decaimiento del país», afirmaba Álvarez. «Se nota», por ejemplo, «en los diversos elementos sociales marcada acción favorable a la instrucción primaria, por considerarla como el recurso más eficaz para recobrar la relativa prosperidad a que debemos aspirar para figurar dignamente en el concierto de los pueblos cultos».

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No era algo fácil de solucionar. Aunque el problema de la instrucción obligatoria se resolvía, sobre el papel, desde la ley de 1857, sin embargo esta, en ciertos estamentos, era la excepción. Primero, porque «se carece del suficiente número de escuelas» como para hacer factible que todos los niños, quisiéranlo o no, fueran escolarizados.

«En segundo lugar, y este es el más grave inconveniente, hay una gran parte de la sociedad que, por su estado de penuria, tiene que dedicarse de la mañana a la noche a un rudo trabajo cotidiano, para ganarse el sustento, y se valen en este mismo trabajo, o para cuidar mientras tanto de la casa, o para traer o llevar recados, de sus hijos, apenas cuentan ocho o diez años». Necesidad manda. «Si la Beneficencia no alcanza a mejorar tal estado de penuria, es muy fuerte privar a los padres de una ayuda natural de sus faenas y de su subsistencia». La pescadilla que se muerde la cola.

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