Pirotecnia de altos vuelos
El equipo británico Aerosparx deslumbra en la noche y los Pioneer conquistan el crepúsculo en la bahía de San Lorenzo
Ruido, precisión y pirotecnia de altos vuelos conquistaron el crepúsculo y los primeros minutos del anochecer en la bahía de San Lorenzo, escenario por primera vez de un 'Sunset Air Show' que siguieron miles de personas desde el Elogio a la Providencia, disfrutando de una exhibición espectacular como preámbulo al Festival Aéreo Internacional.
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Eran las 20.30 horas y lejos de vaciarse, a medida que el sol iba escondiéndose la playa y el Muro de San Lorenzo acogían cada vez a más público. Mientras la Unidad Cuco de la Guardia Civil controlaba el espacio aéreo en la zona de exhibición, Javi Lorbada y Raúl Martín llegaban con cuatro pizzas a la escalera 12, donde les esperaban sus amigos. «Llevamos todo el día en la playa, hemos visto los entrenamientos y no tenemos ni idea cómo va a ser el espectáculo, pero el de los drones moló mucho, espero que sigan animando y ampliando el festival», explicaban. También José Manuel Bartín, Jessica Cerra y sus amigos Adrián Caso y Jessica Prieto esperaban con ganas «la novedad» del show vespertino, que por primera vez iban a disfrutar con sus respectivos hijos, Judith, de 2 años, y Marcos, de 4, que señaló al cielo: «¡Que ya viene!».
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«¿Estáis preparados para reventar los oídos?», preguntó el speaker Antonio Hinojosa. Y el caza EF-18 del Ala 15 del Ejército del Aire no se hizo esperar. «¡Buenas tardes, Gijón!», saludó el piloto por megafonía mientras el avión entraba en invertido y deleitaba al público con acrobacias como un viaje de mínimo radio, tres cuartas de tonel y, sobre todo, el vuelo lento de izquierda a derecha de la bahía, seguido de una vertical que fue recibida con un fortísimo aplauso, una 'pirouette' y un 'looping' espectacular que sedujo a la pequeña Paula García, de 5 años: «¡Hacía chirivueltas!». «Espero que vengan todos los años, es fantástico», añadió Nacho, su padre.
El F-18, recordó el 'speaker', es un «caza de combate purasangre, diseñado para ir a más velocidad que el sonido, con unos motores de empuje sin igual solo superados por el Eurofighter, por lo que la verdadera destreza es «llevarlo a una velocidad lenta». Entró en servicio en España en 1986 y recientemente estuvo cuatro meses en Lituania defendiendo el flanco oeste de la OTAN.
«¡Qué guapos!»
«Impresiona verlos salir de frente a ti. Hay confianza ciega en los pilotos», indicaba el gijonés Fernando Gutiérrez. Para el joven Jaime Becerra, aspirante a Guardia Civil, estos son «días especiales: ya me conozco todos los aviones». Aeronaves como los dos ultraligeros de La Morgal, que tomaron el relevo en el 'show'. A los mandos de uno de ellos, Inmaculada Sánchez, la primera mujer asturiana piloto de ultraligeros.
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Eran las 20.23 cuando las cuatro aeronaves del Pioneer Team, aparatos Pioneer 300 de fabricación italiana, aparecieron en formación por el cielo anaranjado, desafiando al viento que dificultaba a los pilotos colocarse en el eje exacto de la acrobacia. «Es una pasada», señalaba un hombre. Y lo mejor estaba aún por llegar. Sobre las 21.30 rompieron formación, encendieron sus luces y entre aplausos se cruzaron frente a la escalera 10. Ya reagrupados, dos minutos después lanzaron fuegos artificiales. «¡Qué guapos, mira las luces!». Los cuatro aviones volaban con apenas cuatro o cinco metros de distancia y con bengalas de colores dibujaron la bandera italiana mientras sonaba 'Nessun Dorma' cantada por Pavarotti en un momento épico al que siguió un guiño rojiblanco a Gijón. «¡Maravillosa playa, gracias a todos!», agradecieron los italianos.
Llegó el momento de parar y aprovechar para tomar un helado o coger un mejor sitio en un cada vez más repleto Muro, donde era difícil encontrar hueco, especialmente en la zona del Náutico y la Escalerona. Cayó la noche y a las 22.42 aparecieron dos aviones del equipo británico Aerosparx en formación. Los aviones, dos Grob G109B y equipados con 1.800 leds, volaban sin motor.
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Empezaron con varios 'loopigns' que encandilaron al respetable y desde las alturas soltaron fuegos artificiales, dejando estelas de luz tras de sí en las acrobacias.
Un 'twister' entre los dos aviones perdiendo altura y reflejándose sobre la mar y el mejor broche a la espectacular maniobra; un castillo de fuegos artificiales sobre la lámina de agua, que los aviones prácticamente rozaban al pasar a apenas 50 metros. Estas tremendas acrobacias recibieron una tremenda ovación. Y alrededor de las 22.49 horas, terminó un espectáculo que, a muchos, les supo a poco. Hoy, a mediodía, más.
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