La huella del terremoto

Concretamente, el 24 de mayo, al mediodía, momento en el que los vecinos alertaron a los bomberos para dar cuenta del suceso. «Acudieron a la citada calle en un coche escalera», contamos, «sobre las doce del mediodía, para desconchar la parte afectada de la fachada y retirar así cascotes que podían desplomarse en cualquier momento». Se retiraron los materiales afectados y, acto seguido, los bomberos «recomendaron a los vecinos que se repare la zona de la fachada afectada con urgencia, con el fin de evitar nuevas incidencias y el peligro de que los desprendimientos causen daños personales».

Más, en aquel momento, no podían hacer. «En casos como este, nos limitamos a desconchar la parte que puede desprenderse y recomendamos que se repare para que no caigan cascotes a la vía pública», explicaron a EL COMERCIO fuentes procedentes del Cuerpo de Bomberos. Poco había sido para la magnitud del seísmo: 5,1 grados en la escala Richter, como a buen seguro recordarán nuestros lectores, y con epicentro en Lugo. El terremoto, seguido a lo largo de varias horas por medio millar de réplicas (entre ellas, una de 4,5 grados, casi la misma intensidad que el seísmo original), se dejó sentir por toda Asturias, especialmente en la zona occidental y en la costa, pero hasta ahora no se habían registrado consecuencias materiales en Gijón. Ya fuera causante el primer terremoto o su réplica más importante, a arreglar la fachada tocaba. Que todo fuera eso.