El diseñador gráfico Juan Jareño, en su estudio, con la maqueta original de la escultura de las 'Letronas' de Gijón. E. C.
Diseñador gráfico

Juan Jareño: «El impacto visual de Gijón es el de una ciudad igual e impersonal»

«No sé donde está el límite entre la búsqueda de eficiencia energética y perder la identidad completamente con chapas de aluminio»

E. C.

Gijón

Lunes, 13 de enero 2025, 09:16

Desde los carteles de la Feria del Libro, Feten o el festival de poesía Poex, hasta el logotipo de la Fundación Princesa de Asturias ... , Naval Azul, el Dindurra o Emulsa, que este año cumple 25 años. El diseñador gráfico Juan Jareño (Gijón, 1968), autor también de la icónica escultura gijonesa de las 'Letronas' de Gijón, estudió Bellas Artes en Salamanca y acumula una destacada trayectoria que no sólo ha dejado huella en la ciudad, sino que además le ha imprimido personalidad.

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–¿Cuáles son sus proyectos actuales?

–El arranque del año siempre es complicado. Hay proyectos, pero están vinculados casi todos a cosas que pueden ocurrir o no y los clientes te tienen un poco limitado. Pero uno importante para mí es una nueva exposición de la obra artística que sale de diseños. El año pasado ya tuve una en Gijón, ahora estuve exponiendo en Madrid y este año se celebrará en el Antiguo Instituto durante el primer trimestre. Todavía tengo que reunirme con la Fundación de Cultura para precisar cómo, cuándo y de qué manera se va a celebrar, pero va a tener piezas nuevas que se van a presentar allí y estoy encantado.

Las Letronas

LAS 'LETRONAS'«Vi la oportunidad de que el 'Elogio' dejase de tener ese papel de 'vedette' y fuese una escultura»

Escudo de Gijón

«Necesita renovarse, pero su simbología no es prescindible porque es muy representativa»

–¿Ya tiene nombre?

–Le estoy dando vueltas. Podría seguir con 'Pensar en imágenes 2', pero estoy barajando algunas propuestas sin palabras. No lo sé. Al final son imágenes que hablan por sí solas y estoy un poco en esta decisión.

–¿Y a nivel profesional?

–Ya veremos qué retos llegan. La Fundación Princesa de Asturias siempre me sorprende, tiene esa capacidad. Yo pensé que ya lo había hecho todo y el año pasado me encontré con esa maravilla de trabajo para Magnum, que fue una gozada. Todos los años se producen dos o tres trabajos brillantes, pero estamos en esta época del año que está todo un poco verde.

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–Cuando le encargaron rediseñar la imagen de la Fundación Princesa de Asturias, ¿cómo abarcó ese proyecto?

–Tuve claras algunas cosas, como los cambios tipográficos. Con el cambio de dirección se buscaba una nueva marca: cambiar lo máximo posible pero que se notara lo mínimo posible. Del logotipo del escudo hice cinco estadios de simplificación para que decidieran dónde se querían quedar y fue en el medio, más o menos. A mí en ese momento me hubiese gustado ir al máximo, pero creo que acertaron. Valorándolo en el tiempo, habiendo seleccionado la más atrevida ahora también se hubiese quedado obsoleta, aunque esta quizá va necesitando otro retoque.

–Diseñó el logo de Naval Azul, que hace referencia a las grúas de los astilleros. ¿Tuvo la idea clara desde el principio?

–En todos los trabajos que hago, siempre tengo un fundamento y unos cimientos teóricos muy sólidos. Lo primero que hago es estudiar las circunstancias y el contexto. Cuando me enfrenté a este trabajo no tenía claras esas cosas, las descubres cuando te vas metiendo en él. De hecho, el logotipo seleccionado no fue la primera opción presentada, eso casi nunca ocurre. Tuve que estudiar en qué contexto se va a mover, qué existe en el mercado, si está alineado con lo que ya hay y si destaca. Ahí te vas orientando en las soluciones gráficas.

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Una ciudad partida

–¿Y para las soluciones conceptuales?

–Esas las encontré después. Estoy especialmente orgulloso de ellas porque nadé en el Santa Olaya durante mucho tiempo, formé parte de la directiva y mi padre tuvo un taller en La Calzada toda su vida, así que no siendo de allí tuve la oportunidad de conocer cómo es esa microciudad dentro de Gijón. Reclaman mucho lo suyo, pero sobre todo existe mucha conciencia de ciudad partida. Gijón termina en la glorieta de la plaza del Padre Máximo González y de ahí en adelante hay una división física que se nota mucho. Pensé que podía ser un buen nexo de unión.

–También creó la escultura de las 'Letronas'. ¿Cree que aquello marcó un antes y un después en su trayectoria profesional?

–Sin duda. Siempre digo que no es mi trabajo favorito, pero es con el que tengo que cargar a la espalda. De lo que más orgulloso me siento es de que, en aquel momento, significó quitarle a la escultura del 'Elogio del Horizonte' la comercialización de un icono de ciudad que Gijón necesitaba para venderse. Con las 'Letronas' vi la oportunidad de hacer que la escultura de Chillida dejase de tener ese papel de 'vedette' y volviese a ser una escultura, así que las planteé como lo que son: una herramienta de promoción. No es un trabajo que me emocione como creador gráfico, pero sin duda es el que más repercute en mi carrera.

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–¿Cómo ve el escudo de Gijón?

–Si fuese un trabajo, sería difícil. A mí me tocó maquetar un libro donde hay un gran desarrollo histórico del origen del escudo: cómo nació, quién lo puso, cuándo se quitó y cómo se modificó, así que es una historia que conozco bien. El problema es que tiene unas simbologías que no son prescindibles porque son muy representativas. Si hubiese que abordar una renovación gráfica, habría que saber hasta dónde es modificable, pero es un trabajo absolutamente imprescindible desde hace tiempo.

–¿Por qué?

–Ya han ido evolucionando otros a nuestro alrededor: lo hizo Oviedo y también el Principado. Ahora mismo el escudo tiene problemas de reproducción importantes. Para redes sociales no funciona y tampoco tiene la capacidad de hablar de la ciudad que es Gijón. No aporta frescura, ni juventud, ni dinamismo. Más bien se lo quita. La imagen que se puede sacar de Gijón solo por el logotipo no hace crecer a la ciudad. Ahí sí que habría que ser ambicioso, no es un trabajo que se pueda abordar en el corto plazo.

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Pérdida de identidad

–¿Y del diseño de la ciudad?

–Todos los edificios icónicos de Gijón hablan de una época y, o eso se ha parado, o no ha habido nuevas referencias verdaderamente significativas incorporadas a la renovación urbana y arquitectónica. Yo estoy absolutamente perplejo con la pérdida del patrimonio de fachadas de esta ciudad. Las intervenciones de rehabilitación y conservación en búsqueda de la eficiencia energética están muy bien, pero no sé donde está el límite entre perder la identidad de una ciudad y aplanarla completamente con chapas de aluminio. Toda la ciudad se está convirtiendo en exactamente lo mismo y el impacto visual es de igualación impersonal.

–¿De qué trabajo se siente más orgulloso?

–Hay varios, pero desde luego la exposición de Magnum para la Fundación Princesa este 2024 fue un súper trabajo. Enfrentarme al espacio, con toda la nave entera para mí y un límite presupuestario, fue de una complejidad enorme, pero estoy muy contento con el resultado. También del cartel para el Festival de Música Antigua que ha ganado el Laus. Esa imagen del perfil de esa mujer con el pajarito en la boca es un trabajo muy significativo. Y el atlas biográfico que hice para Prodigioso Volcán y la Fundación Felipe González, por el 80 aniversario de Felipe González, también fue muy chulo.

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