La vieja plaza de San Miguel, en 1945.
1947. Hace 75 años.

Los lunares de San Miguel

La plazuela estaba recién remozada, pero, en opinión de EL COMERCIO, aún quedaban algunos flecos que solventar

Domingo, 19 de junio 2022, 04:41

Era, qué duda cabía, «una de las cosas más bellas de nuestro pueblo y que honran a la ciudad». Así definía EL COMERCIO a la ... plaza de San Miguel hace ahora 75 años, recién terminadas las obras iniciadas en 1946 y que «vinieron a mejorar considerablemente lo que por esas sus buenas condiciones de trazado; por la belleza que, en general, tienen sus edificios, por lo menos los más antiguos, y por ser uno de los sitios de mayor tránsito de Gijón, bien merecía se le prestara la debida atención». Que no se le prestaba, claro. Se reconocía, eso sí, que las obras salvaron «el horror de aquel pavimento materialmente triturado, en el que los desconchados superaban con mucho a los trozos sanos».

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No salió gratis. Ni de dinero -había costado, dijimos, «sus buenas pesetas, que pagaron municipio y propietarios»- ni de honra, ya que durante toda la temporada estival los visitantes de la ciudad tuvieron que ver «aquello cerrando el paso, con trabajo incesante día y noche». Pero, aún así, muchos flecos quedaban pendientes por rematar. Se quejaba el diario decano de que «terminado también el kiosko para la venta de periódicos, que no sabemos si por culpa de dicho industrial o del Ayuntamiento se dejó para última hora, y realizado por el jardinero municipal un muy discreto arreglo en los jardines que, sobre todo en los extremos, presenta notas delicadas de gusto, parece que debiéramos descansar ya en nuestra voluntaria labor de defensores de esa plaza. Mas no es así».

¡Todo mal!

No lo era porque, según decíamos, la plaza se presentaba ahora cubierta de 'lamentables lunares'. «Es el primero de ellos el de la forma en que se realizó la obra de pavimentación en todo el centro de la plaza. No nos explicamos cómo el Ayuntamiento se decidió a recibir de la contrata tal obra. En todo el centro de la plaza los 'hondigones' forman en los días de lluvia verdaderas lagunas, hasta el punto de que resulta casi tan difícil, o por lo menos tan molesto, pasar por allí los días delluvia como e en el tiempo en que la plaza era una lamentable muestra de abandono». El reloj, parado; la ausencia de servicios; el busto de San Miguel hacían el resto. ¡Todo mal!

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